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CARTA EDITORIAL |
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. |
La corriente subterránea de agua Mercurial emerge con fuerza en este fin de ciclo, próximo a su desenlace. La Utopía de la que nos hablaron nuestros antecesores es real y no meras ensoñaciones.
Quienes lo reconocieron, asumieron libremente dejarlo todo entregando su vida a ello y al mismo tiempo, no han cejado en el empeño de difundir tan buena nueva de la manera que fuese. Existe un mapa de ruta mediante el que es posible iniciar todo un proceso interno en el que de perdido, uno pasa a reencontrarse consigo mismo, aquél que nunca dejó de ser, mientras se mira en el espejo preguntándose ¿Quién? En dicho punto se halla la fuente Mercurial, ahí, la diosa Sabiduría nos ofrece agua y creyendo morir al beberla, (un tránsito terrible y liberador), recuperamos el conocimiento. Dejamos de soñar y despertamos a la realidad, “una sombra sin ningún complejo de inferioridad”, como dice el profesor Hobbie en la obra de teatro Lunas Indefinidas.1 Hasta el último momento uno cree que va a algún sitio, pese a que en el fondo no sea así, ya que en verdad no hay donde ir, ni ningún lugar sino sólo este, ni momento mejor, pues no hay otro y mañana es nunca. Haciéndonos cargo de esta situación, se efectiviza la posibilidad de comprender, esto es, encarnar, aquello a lo que tratamos de dar nombre, no como un acto de soberbia, sino de reconocimiento en la semejanza, sumándonos de corazón a la corriente de Pensamiento de la que somos hijos legítimos y herederos. Es por tanto un acto teúrgico verdadero tratar de nombrar lo innombrable, siempre y cuando la intención sea recta, vertical, sin intereses personales de ninguna clase. Intención que toma cuerpo en este formato telemático (que es el que a día de hoy tenemos a mano), y que de un modo u otro permanecerá hasta el fin, pues es Conocerse lo que está en juego: el reconocimiento de la divinidad una y única manifestándose a tres niveles distintos y simultáneos, tres planos o grados que conforman este Teatro en el que nos hallamos, el Misterio. Y todo ello aun reconociendo que no es posible poner límites a lo ilimitado, que por su propia incondicionalidad no los ha tenido, ni los tiene, ni los tendrá jamás. En cualquier caso, un canto de celebración de la Gracia que se derrama por doquier. Dicho lo anterior a modo de preámbulo y meditación previa, añadiremos que las contribuciones recibidas de nuestros colaboradores para este Nº 51 de Symbolos han sido muy variadas en su temario, siempre en torno al Símbolo, el Hermetismo y la Filosofía Perenne. Ante estos nuevos trabajos nos congratula comprobar que sus autores hayan hecho suyas aquellas palabras que ya señalamos en la anterior Carta Editorial: que entre todos contribuimos a mantener vivo y operativo el espíritu de SYMBOLOS, entre otras cosas porque esta publicación, desde que inició su andadura hace ya más de un cuarto de siglo bajo la dirección de Federico González, ha sido uno de los pilares más importantes en lengua castellana en la difusión de las ideas, la cultura y el arte entendidas como vehículos del conocimiento cosmogónico y metafísico, en sus amplias, variadas y ricas expresiones. En este sentido, SYMBOLOS es una revista que, en lo esencial, siempre ha fomentado entre sus lectores, y desde diferentes enfoques, la búsqueda de ese conocimiento encarado como un soporte de la realización interior. El consejo de redacción. |
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NOTAS | |
1 | Federico González Frías. |
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