LE SENS
CACHE DANS L'OEUVRE DE RENE GUENON. Jean-Pierre Laurant. Ed.
L'Age d'Homme, Lausanne 1975. 276 págs. En Français: . Este libro dedicado al estudio
del pensamiento y la obra de Guénon comienza desde su niñez
y juventud y su autor aplica el método histórico, que no
tiene por qué oponerse, sino que incluso puede enriquecer las perspectivas
esenciales y verticales de la obra de Guénon.
La inclusión desde las primeras páginas
de un horóscopo de Guénon y de incidentes y actitudes psicológicas
de los primeros años y la juventud destaca un propósito de
"humanizar" la figura del metafísico francés, lo cual para
nosotros no relativiza de ningún modo la extraordinaria síntesis
guenoniana y sus posibilidades de un despertar intelectual en sus lectores,
desde luego referida también a las posibilidades (cualquiera que
fueren) de esos lectores. Asimismo el autor posteriormente comienza a destacar
las influencias y fuentes primeras de las cuales bebió Guénon,
entre las que parece una de las más importantes, la de su profesor
de filosofía A. Leclère; por nuestra parte volvemos a insistir
en que para nosotros estas influencias y referencias no disminuyen en nada
su extraordinaria summa y su función. Lo mismo sucede con
el análisis de algunos poemas de juventud y fragmentos de una novela
con influencias ocultistas de la época; es más uno puede
ver por los temas y los títulos tratados en estas composiciones
literarias una profunda inquietud con respecto a los temas esotéricos,
manifestada prácticamente desde la niñez. De hecho los temas
esotéricos tratados por Guénon no sólo son los considerados
por predecesores: F. de Rougemont, De Brière, F. Portal, St.-Yves
d'Alveydre, etc. y aún contemporáneos, sino los propios del
esoterismo occidental, presente en la propia Tradición Hermética,
que nunca han dejado de expresarse, con menor o mayor fortuna, como es
precisamente el caso. Por otra parte J.-P. Laurant atestigua el paso de
Guénon por algunas instituciones del ambiente pseudoespiritualista
de su tiempo, a las que llega a conocer bien, y posteriormente su rechazo
y denuncia de ellas, lo que está plasmado en dos de sus obras que
nuestros lectores conocen: El error espírita, y El teosofismo,
historia de una religión, que Laurant resume en el capítulo
IV. En el V igualmente resume Oriente y Occidente y La Crisis
del mundo moderno. En los capítulos VI y VII vuelve a sintetizar
correctamente lo esencial de otras obras de Guénon a la par que
reseña algunos datos de interés sobre su cotidianidad apoyándose
en libros y documentos. Debemos decir que el trabajo de síntesis
que estamos tratando es muy remarcable, aunque el autor, historiador de
profesión, presta particular importancia a la visión de la
"filosofía de la Historia" del metafísico francés.
De alguna manera la existencia de Guénon puede dividirse en tres
periodos a) 1886-1912, b) 1912-1930, fecha de su partida definitiva al
Cairo y c) 1930-1951, esta última fecha de su muerte. De alguna
manera también Laurant hace esta división a lo largo de su
libro y la tercera es desarrollada a partir del capítulo IX de su
trabajo. Es mucho lo que allí se dice y todo ello de muchísimo
interés, por un lado una síntesis del pensamiento de Guénon,
por otro lado un retrato de éste en su entorno cotidiano de gran
sencillez y familiaridad, lo cual mueve a F. Schuon después de una
visita a afirmar que la imagen de ese hombre no corresponde para nada a
su obra. Puede observarse a lo largo de su estudio el deseo de objetividad
de J.-P. Laurant y el hecho de haber conseguido su propósito pese
a que manifiesta sus ideas de modo directo o indirecto.
En cuanto a la lucha contra el Mal, que sostuvo toda su
vida y que algunos han tomado como aspectos paranoicos de su psicología,
es obvio que Guénon veía en esas entidades concretas que
lo encarnaban -cualquiera que ellas fuesen o incluso imaginase- la inmensa
batalla cósmica (como es propio en el trance chamánico) agravado
todo ello por haber existido en el periodo cíclico -fin del Kali
Yuga- que le había tocado vivir. Sin duda mucho de lo que
ha escrito, sobre todo en sus polémicas, no es solo la necesidad
de defenderse del Adversario, sino también las armas con que lo
rechaza; son maldiciones (que forman parte del arte de mal-decir) perfectamente
correlativas con las inmensas bendiciones que ha traído a sus lectores.
El capítulo final, Nº X, corona el libro y
da sentido último a esta investigación que se mantiene fiel
hasta las postrimerías a principios de objetividad y buen sentido,
pues a la par que se constatan los muchos méritos de la obra de
Guénon -verdaderamente fundamentales y decisivos para nosotros y
otros muchos- se mencionan también las partes oscuras y complejas
de ella y de ciertas actitudes del metafísico francés. Así
la negación del cristianismo, no de la religión o de la Iglesia
Romana, como vía de acceso al Conocimiento olvidando la figura de
Jesús y del Nuevo Testamento que se genera en el Viejo así
como la obra anónima de monasterios, como es el caso aún
hoy actualmente de los benedictinos en muchas partes del mundo y los grandes
escritores cristianos que conforman esa Tradición (los Evangelios
apócrifos, Clemente y Orígenes de Alejandría, Gregorio
de Nazianzo, Máximo el Confesor, Dionisio Areopagita, Maestro Eckhardt
y los místicos de Munich, Jakob Boëhme, Nicolás de Cusa,
Angelus Silesius, etc.), cuando él mismo ha afirmado que la vinculación
tradicional no se perdió en Italia desde Pitágoras a Virgilio
y de Virgilio a Dante, y que parecería sólo se obtendría
por una iniciación oficializada que parece ya no existe desde la
Edad Media, o en el monte Athos donde tal vez se podrían conseguir
las "instrucciones técnicas" (sic) necesarias, o en la aceptación
de la mezcla de diversas formas tradicionales, o donde dice que se puede
tener vinculación con varias organizaciones tradicionales si no
hay incompatibilidad entre ellas, o peor aún cuando cita inexplicablemente
un desagradable refrán a este respecto que dice que "dos seguridades
valen más que una".
Por otra parte es de hacer notar que muchas de las cartas
que manifiestan este tipo de cosas están fechadas después
de 1946 cuando F. Schuon decide separarse oficialmente de Guénon.
Se crean entonces toda suerte de antagonismos entre aquellos que habían
tomado a Guénon como guía, los cuales se acrecientan después
de su muerte y subsisten hasta nuestros días. La diáspora
se acentúa entre los más antiguos colaboradores de Etudes
Traditionnelles y no hay una continuación de la obra de Guénon
pues no existe un consenso mediante el cual hacerlo. En este punto J.-P.
Laurant afirma "El mismo Guénon ha engendrado la confusión
entre sus continuadores", frase con la que estamos de acuerdo.
Muchos otros temas se tratan en este capítulo donde
se narran desde los últimos momentos de la vida del maestro francés,
hasta objeciones a su obra, pasando por algunos detalles que tocan a la
última parte de su existencia y la de algunos de sus allegados.
Con mucha razón se destaca la imposibilidad de institucionalizar
la obra guenoniana, y sobre todo se subraya que él ha abierto una
vía de comprensión "global", que opera en nuestras instancias
interiores y provoca por un choque la apertura de una fuente creacional.
Tal vez el mejor libro sobre Guénon, el que ameritaría ser
traducido ya al castellano. F. G. |