ROBERT FLUDD,
Claves para una teología del Universo. Joscelyn Godwin. Editorial
Swan, Madrid 1987. 166 págs.
Valiosa edición en castellano de una de las obras de R. Fludd, titulada Historia del Macrocosmos y del Microcosmos, concebida en la Inglaterra del s. XVII, una vez hubo viajado por el continente durante casi seis años, visitando Francia, España, Italia y Alemania. En la construcción de este trabajo se puede observar la armonía de órdenes que preside la Jerarquía del Ser, quien sin perder su unidad, se subdivide en ambos mundos, el del Macrocosmos y el del Microcosmos. Uno y otro se corresponden en cuanto a los tres niveles que les constituyen: el del intelecto puro que percibe el mundo supraceleste de las ideas; la región intermedia, planetaria o astral que es objeto de la razón y de las facultades psíquicas, por las que se obtiene indirectamente el conocimiento; y la conciencia sensorial cuyos objetos se encuentran en el mundo elemental. Mundos y estados de conciencia correspondientes, reunidos en los símbolos grabados en la colección de láminas que ilustran la Historia del Cosmos. Su diseño en cobre tuvo lugar en los talleres del Palatinado del Rhin a cargo del editor T. De Bry. Ambito desde donde se difundía el conocimiento expresado por los escritos rosicrucianos, quienes preservaban el legado de raíz hermético-cabalista y cristiano, mediado en gran parte por los árabes. Conjunto de Ideas, que son ilustraciones a la vista, por medio de las diversas simbólicas de que dispone la tradición occidental. Pudiendo encontrar la cosmovisión formulada en la clave hermético pitagórica, a través de las Ciencias y Artes, de la Geometría, Aritmética, Gramática, Música o Astronomía, y de sus aplicaciones en Ingeniería, Perspectiva, Ciencia Militar o Medicina; acompañadas e introducidas por la poética de los comentarios del autor, que Godwin resume en síntesis al pie de cada lámina. También se encuentra la clave cabalística y cristiana, no en balde Fludd se dice basaba sus trabajos tanto en la Biblia como en el Corpus Hermeticum, Platón y los neoplatónicos. Considerándose también Las Artes microcósmicas, donde se citan El Arte de la Memoria, El Teatro del Mundo, la Profecía, la Fisionomía, la Quiromancia y la Astrología. La jerarquía del Ser representada desde el punto de vista de la geometría y la aritmética, describe el Todo en la subdivisión de sus partes, mediante el círculo, donde hallan su equivalencia exacta, los veintidós caracteres hebreos con los números pitagóricos y los mundos del hermetismo, en quienes se incluye a las 9 jerarquías celestes correspondientes al mundo intelectual; el cielo de las estrellas fijas y los siete planetas; y el mundo de los cuatro elementos, centrado desde el punto de vista de la Tierra, en esquema geocéntrico. Desde la Gran Oscuridad -divina tiniebla para Dionisio, o Nube de lo Desconocido para el anónimo del s. XIV- representada alrededor de las letras del Tetragramaton hebreo. De donde surge la Luz, el Logos, origen de la manifestación del mundo en los tres ámbitos: el de la creación, el de la formación y el de la concreción. Idea expresada también por la Tetraktys pitagórica. Planos también relacionados por las letras hebreas que se corresponden en el macrocosmos a la vez que en el microcosmos. Los que a su vez equivalen en el Arte de la Música, a la figura del Monocordio en dos Octavas, en disposición helicoidal, subdivididas en tres partes cada una de ellas, con el Sol central e intermediario entrambas, representando a uno y otro mundo, símbolos visibles de lo invisible. La línea de trabajo que siguió Fludd estuvo en el seno de los escritos de comentadores de la síntesis tradicional neoplatónica, cabalista y cristiana, algunos de los cuales fueron N. de Cusa, M. Ficino, Juan Pico, J. Reuchlin, Abad Trithemius, T. Paracelso, G. Bruno, J. Dee, todos ellos a partir del Renacimiento, herederos de la edad media, representada por Dionisio Areopagita, Escoto Eríugena, R. Lulio, Basilio Valentín, M. Eckhardt o Dante. Obra que fue continuada en síntesis por R. Fludd, y sus contemporáneos V. Andreae, M. Maier, A. Kircher y H. Khunrath, próximos a la Orden de la Rosacruz. Cuyo caudal y reverberaciones del conocimiento, son recogidos y preservados por la tradición Hermética y la Masonería hasta nuestros días. Un ejemplo de ello es la figura llamada Gran Carta Meteorológica, donde se encuentra la figuración del Universo en una clave donde hallan su correspondencia los Nombres de Dios y los Sephiroth de la Cábala, el Orden supraceleste de los Angeles y el Círculo etéreo de las estrellas y los planetas, en otra de las muestras de la síntesis hermética, cabalística y cristiana. El tomo segundo de la Utriusque Cosmi Historia, es titulado El Hombre, el Microcosmos. Ilustrándose en la portada, con claridad, la relación mantenida entrambos. La figura del hombre, en pentagrama, refleja en su cuerpo las esferas planetarias y los elementos, abriéndose por la extremidad de su cabeza al espacio supraceleste y supraindividual, representado por las jerarquías angélicas, a su vez comprendidas en tres círculos concéntricos, que llevan las palabras Ratio, Intelectus y Mens, referida esta última al Alma o Inteligencia Cósmica, en el sentido de la operación de la Luz del Logos, sobre la Materia o Naturaleza Primordial. El Templo de la Música es otro grabado donde la memoria de este arte, se expresa en forma de edificación arquitectónica a tres niveles. Desde la base a la cúspide, la herrería de Pitágoras, donde se encuentran las vibraciones de los cuatro sonidos primordiales y de sus tres intervalos, origen de las siete notas. En el segundo piso, el Monocordio, con la gama en dos octavas y las tres clases de hexacordios o escalas de seis notas de la música medieval, cuya nota más baja, "ut", podía ser fa, do o sol, llamados bemol, natural y be cuadrado. La Lambda platónica del Timeo y un tablero que muestra las posibilidades de consonancia entre notas de la escala -la octava y la quinta consideradas perfectas, en el triforio. Arriba, la Musa guía de la composición señalando una frase en tres partes. En el último piso, Apolo, bajo un reloj con las notas, relaciones y valores. Y encima, El Tiempo, que conduce el giro del cosmos entero, como así puede verse en la portada de la Historia del Cosmos. Valiosas noticias, que figuran in extenso en la introducción al texto y en la presentación a los grabados que nos hace J. Godwin. J. M. Dolcet |
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