SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 
ARS TOLETANA Y QABBALAH
JOSE IGNACIO CARMONA SÁNCHEZ*

"Es curioso notar cómo el vulgo, que alimenta sus fantasías de brujas o de santos, sucesos misteriosos y lances extraordinarios, desdeña, por vulgar, monótono y prosaico, el mundo que le rodea, sin sospechar que en el fondo de él todo es arcano, misterio y maravilla".
(Santiago Ramón y Cajal –"Recuerdos de mi vida").

Desde muy antiguo razón y espíritu fueron considerados una única cosa que presentaba dos modos de acción. Existía por decirlo de algún modo, un único modo de conocimiento integral.

El ejemplo de Egipto y Mesopotamia, dos países cercanos en espíritu nos instruye en cómo se forjan los mitos a partir de la variedad en la interpretación del tiempo como lugar de conflicto entre el hombre y la Naturaleza. El clima y suelo mesopotámicos se ven sujetos a bruscas variaciones, no es posible garantizar regularmente las estaciones y el tiempo en que se desarrollan estos acontecimientos se asemeja al teatro de una hostilidad sorda, el triunfo de la naturaleza frente al hombre. Esta "asfixia" se liberará por medio de mitos.

Por el contrario Egipto no conocerá este mito porque la regularidad del clima sucede a intervalos inmutables. Hay una conciliación entre el hombre y la naturaleza que muy pocas veces se ve alterada. Sin embargo todas las ideas antiguas comulgarán en una consideración "cultual" del tiempo y su conocimiento ira encaminado a que equilibrio vertical compense la discontinuidad horizontal. Nadie estaba seguro del día de mañana en un estado en donde hasta los dioses podían caer en las trampas del azar y padecer sus catástrofes, pero persistía la fuerte sensación de que la analogía entre el libro de la naturaleza y el libro de la revelación, era un lugar común.

Formas o modos no mecanicistas de expresión científica, serían retos intelectuales para los filósofos naturales de todo rango de habilidad. Se armonizará dos tipos de sabiduría, el campo de conocimiento humano, y la sabiduría del corazón, ambas diferentes, ambas igual de válidas.

Elías Ashmole, brillante científico, alquimista, astrólogo, padre de la francmasonería moderna y autor de una de las obras más densamente anotadas por Newton en su biblioteca, el Theatrum Chemicum Britannicum, definía el fin futuro de ciencia como una recuperación de la forma de conocimiento que había alcanzado Adán anterior a la caída: "Conocimiento puro y verdadero de la Naturaleza (que no es otro que lo que llamamos magia natural) en su más alto grado de perfección".

Este pensamiento "mágico" se prolongó durante siglos. Las Universidades centralizarían la búsqueda de un saber que anteriormente había tenido mucho de nomadismo, improvisación y juego especulativo. Es apenas desde hace unos pocos siglos, cuando la manera establecida de acceder al conocimiento se establece a través de la ciencia analítica y deductiva; y del pensamiento científico.

Sin embargo siguen quedando formas de conocimiento consideradas como alternativas o complementarias que continúan sugiriendo misterio. Como el llamado Codex Gugas, el mayor manuscrito medieval que existe y que contiene 624 páginas, pesa 75 kg y mide 92 cm de alto por 50 cm de ancho. Escrito en el siglo XIII por un monje benedictino llamado Herman, perteneciente a la comunidad de Podlazice, el manuscrito está iluminado en rojo, azul, amarillo, verde y dorado, con letras mayúsculas muy elaboradas que suelen ocupar toda una página. Se cree que el monje amanuense debió tardar unos 20 años en componerlo. El especialista Christopher de Hamel, de la Universidad de Cambridge, lo ha bautizado como el texto "más peculiar, extraño, fascinante, raro e inexplicable" del Medievo.

Toledo ocupará un papel crucial a lo largo del siglo XI durante la dinastía de los Banu Di-l-Nun Ibn Hayyan, gracias a obras tan reveladoras como "la historia de las ciencias" del cadí Said (1065), donde se narra cómo el conocimiento o la ciencia de los antiguos se entrelazaba con la propia genealogía de los pueblos. De la mano de los árabes y bajo la influencia de la lógica aristotélica, se termina disociando y agrupando este concepto abstracto de la ciencia, en materia científica o no científica1.

La llegada de los árabes a la península marca un punto de inflexión no solo en España; la Europa, medieval, y en mayor medida la renacentista, no sería la misma de no haber recibido vía la civilización árabe, muchas de las obras del pensamiento y la ciencia de la Antigüedad clásica.

Los Omeya recogerán las tradiciones bizantinas y las incorporarán a su mundo. El boato de la Corte, la administración, el injusto régimen de gestión de las tierras, el sistema fiscal, y sobre todo su arte. De esta manera integrarían las tradiciones comerciales árabes dentro del efectivo sistema comercial romano. Pero más allá de lo político, los árabes recogerán la herencia de Alejandro tamizándola por el elemento oriental propenso al mundo del misterio. La esfera profana quedará absorbida por el espíritu.

El final del siglo XI y principios del XII supusieron una época de florecimiento cultural para el islam amparado por la pax turca. Los turcos no entendían de disquisiciones teológicas que minaban el Islam, se limitarían a ser los garantes de una paz pública.

En el mundo árabe durante el proceso que algunos han denominado como "indo europeización de la ciencia clásica", los textos clásicos antiguos habían sido traducidos primero al siríaco y más tarde al árabe. De tal suerte que los conceptos científicos terminan mezclándose con la Astrología y la Magia. En el fondo la dilucidación de lo oculto enmascaraba una interpretación científica que necesariamente debía situarse fuera del marco teológico.

La traducción de trabajos del árabe y del hebreo al latín, supuso que el nombre de Toledo fuera sinónimo en la Edad Media del término antiguo de Magia, pasando a denominar a esta como "Ars Toletana" o "Scienctia toletana". El mundo medieval constantemente nos recuerda que quienes querían emprender el estudio de las Artes Prohibidas debían estar previamente versados en el dominio de materias tales como la cosmología, las matemáticas, la geometría o la astronomía.

Son muchas las voces autorizadas que son críticas al respecto de la existencia de un modelo integral del saber. Laín Entralgo establece como indispensables tres exigencias para poder hablar de "saber científico":

  1. La exigencia sistemática: los saberes se ordenan según unos principios racionales

  2. La exigencia metódica: esos saberes se obtienen mediante un método que garantice la verdad y permita su incremento.

  3. La exigencia teorética: la adquisición de los saberes se acompaña de la pregunta acerca de lo que es en sí misma esa cosa estudiada.

Sin embargo, grandes genios y científicos de todos los tiempos como Francis Bacon, padre de la noción de independencia de la ciencia experimental, guardaron un lugar para la teología natural y aprovecharon las Escrituras y las profecías al determinar el punto de vista ético de la ciencia. En otras palabras: consideraron una ciencia con conciencia, antepusieron a un pensamiento humano ligado a lo concreto, una visión de pasado, presente y futuro como visión de continuidad.

La profecía fue considerada por Paracelso como la forma más elevada de magia. Definió tres tipos de profecía; la astronomía, las imágenes y los oráculos y las profecías2. Las ideas de Paracelso contrariamente a lo que podamos pensar hoy, no se volvieron anticuadas con el surgimiento de la filosofía mecanicista en el siglo XVII. Por ejemplo el atomismo de Gassendi se debió en gran parte a un círculo de químicos franceses discípulos de Paracelso que librarían una dura batalla contra la institución galenista de Paris. No es sorprendente pues, que el mismo Newton poseyera una importante edición de las obras de Paracelso además de los escritos de Sendivog, Croll, J.B. y F.M. van Helmont y tantos otros grandes sabios ligados a la tradición primordial.

¿Pero qué era aquello de la tradición primordial a la que se remitían tantos sabios en diferentes épocas?

La llamada tradición primordial forma parte de una filosofía oculta que tiene como fundamento el estudio y comprensión de la constitución del Ser y sus analogías con el Cosmos. Esta filosofía se constituye por un depósito de conocimiento dado por lo alto (vía vertical) y transmitido (traditio/tradere) de un hombre a otro (vía horizontal) bajo la premisa del secreto. Es por tanto un conocimiento hermético reservado a unos pocos.

El documento más antiguo escrito sobre el carácter secreto de ciertas enseñanzas, es una carta que Lyssis manda a Hiparco allá por el siglo V a. C. Lyssis es un iniciado pitagórico que había escapado a la catástrofe de Metaponto. En la carta Lyssis censura que se le estén desvelando enseñanzas filosóficas a un neófito que no está preparado.

La búsqueda de la verdad3 supone el regreso a la fuente original de la que todo mana. El hombre que buscará la verdad irá paulatinamente desprendiéndose de su piel de bestia y recobrando así su dignidad de rey4. Esta búsqueda idealizada, naturalmente introspectiva, más tarde ocasionará una cosmovisión cíclica de la historia basada en el regreso idealizado a una indefinida "edad de oro". Derivados de este proceso de búsqueda y transformación personal, múltiples signos, diagramas y arquetipos se improvisarán como instrumentos orientados al auto reconocimiento de la condición divina originaria. Las composiciones de círculos y cuadrados inspirados en cosmogramas, evocarán aquellas dimensiones estéticas, gnoseológicas y éticas de la vida y servirán a su vez para enseñar doctrinas filosófico-religiosas.

El hermetismo primitivo que estableció una relación de simpatía entre El Creador y la Creación5, será asumido por los movimientos gnósticos, quienes dirán aquello de "el que se conoce a sí mismo conoce a su señor". Más tarde los teólogos cristianos encabezados por Tomás de Aquino, separarán el conocimiento humano de la Revelación, este hecho sentará las bases para que los movimientos reformistas de Galileo a Descartes, oficialicen los dualismos constitutivos de la filosofía occidental.6

El resurgimiento tardío del neoplatonismo en el siglo XVII y la ávida aceptación de esta filosofía por una vanguardia científica pone en entredicho la caracterización de la ciencia del siglo XVII en términos del ascenso de los "modernos" contra los "antiguos". Paracelso y los neoplatónicos adoptarían una fuente de sabiduría más venerable que la escolástica firmemente arraigada en la busca de una manera de revivir la sabiduría de Moisés, o de Adán antes de la caída.

La palabra hebrea "Qabalah" que se traduce por "tradición" surge en el Egipto alejandrino al mismo tiempo que la Gnosis, el Hermetismo7 y la Alquimia. Es un camino sagrado antes que iniciático, puesto que lo sagrado es aquello que se vincula a lo transcendente con certeza absoluta8.

La cábala no es una filosofía ni una religión pues no se apoya ni en la razón ni en la inspiración. Mi gran amigo Mario Saban un preclaro Doctor judío lo explica de un modo sencillo: "La cábala no solo es el estudio de toda la realidad, sino la experiencia interior de conectarse con dicha realidad"9.

Los sabios de la academia de Sevilla y Lucena fueron invitados a establecerse en Toledo; también los del famoso Gimnasio de Ishac ibnYacub ha-Fezi, expulsados del Al-Andalus. La caída del régimen almorávide y su sustitución por el califato almohade, mucho más rigorista, significó una catástrofe para judíos y mozárabes. Toledo se convirtió en el centro intelectual más importante de España en estudios talmúdicos empezando a conocerse "la Jerusalén española".

La gnosis judía quedaría definitivamente ligada a la exégesis del Pentateuco y en particular a los primeros capítulos del Génesis. Del mismo modo los papiros revelarían la notable influencia de la lengua y algunos conceptos hebreos en la magia del Egipto helenístico. La hebraización de la magia se explica en este contexto y perduraría a lo largo del tiempo viviendo su mayor esplendor durante la Edad Media.

En la España del siglo XIII encontramos una Cábala muy influenciada por el pietismo alemán10 que se bifurca en dos tendencias; la mística o especulativa y la práctica. Esta última se vulgariza derivando en toda suerte de supercherías. La cábala practica o mágica concebirá el mundo como una visión de acontecimientos que ocurren en un orden invariable y sin intervención de agentes personales, existiendo dos principios fundamentales: primero que lo semejante produce lo semejante y segundo que todas las cosas creadas se actúan recíprocamente. La magia en este caso es similar a la ciencia, pues ambas se plantean una meta definida íntimamente ligada a los instintos, necesidades y afanes humanos.


Novedades

NOTAS

* Sobre el autor ver aquí: ir al libro La Rueda en la página del autor"La Construcción del Hombre. En torno a una interpretación simbólica del Templo de Salomón". También en esta web: “Arquetipos, símbolos de transformación: el ‘ars magna’”, "Metalenguaje, Conocimiento y Amor", y "Dalí y la Letra G en la Tradición Masónica: "La Divina Intuición". Recientemente ha aparecido su libro El Retorno de los Sabios (Ed. del Olivo).

1 La ciencia con los árabes comienza a agruparse por disciplinas en dos grupos diferenciados: ciencia de los antiguos o ciencias intelectuales.

2 La expresión bíblica de "nabi", rié, hozé, designaba indistintamente en la biblia hebrea al profeta en su doble cualidad de portavoz de la palabra de Dios y visionario. El profeta es un hombre inspirado por la ruah, un término que los griegos tradujeron por pneuma y los latinos por espíritu. Pero el término "inspirado por la ruah" hace referencia a hombres iniciados en los secretos de la sabiduría o la industria, (precientíficos) hombres como José o Bezalel.

3 Curiosamente el término griego "Kosmos" y la palabra latina "Ritus", llevan en su raíz el mismo significado fundamental del vocablo sanscrito "Rita", poner en orden. Lo primero y más importante que enseñaban los antiguos es que la verdad es lo único que permanece inmutable en un universo donde todo muta.

4 Viajero y viaje son la misma cosa. Es un tema ampliamente tratado en la literatura esotérica, en obras como la Theosophia Practica de Boehme, cuando alude a cómo la luna se convierte en sol. En el trasfondo de todos estos tratados siempre late el mismo mensaje: la No dualidad conduce a la Identidad Suprema.

5 La imagen de identidad entre el hombre y el Cosmos es desfigurada definitivamente cuando el concepto de magnitud de los antiguos es sustituido por Descartes por el valor relativo de las posiciones variables en el espacio.

6 La primera literatura científica en el mundo griego y Asia Menor, la hallamos en el siglo VI a. C. de la mano de Tales de Mileto. Con él se asientan las bases de la ciencia. Más tarde será Aristóteles el creador del método inductivo y entorno al 1200 será un monje franciscano el que sancionará por primera vez lo que conocemos por el método científico: Rogelio Bacon. Finalmente alrededor del 1500, con Galileo quedan instituidas las bases de una ciencia moderna.

7 Cabe puntualizar que antes de que las tradiciones egipcia y griega se fusionaran en Alejandría, no existía ninguna escuela de pensamiento conocida con el nombre de "hermetismo". La primera referencia a Hermes como fundador de una "Escuela" se encuentra en la carta de Manetón a Ptolomeo II, escrita antes del 250 a.C., en la que se refiere a Hermes como o el hijo de Agathodaimon. Sin embargo, hasta entonces Hermes era bien conocido como figura mitológica.

8 La iniciación supone el paso de la potencia al acto. Alude a un proceso antes que a otra cosa. A la salida sucede una entrada; la inmortalidad no surge después de la muerte, se forma en el tiempo y es fruto de la muerte iniciática; sin embargo lo sagrado alude a lo que permanece absorbido en el abismo de la divinidad: "un fuego que devora a otro fuego". La absorción del alma en la entidad celestial es total y presumiblemente definitiva: el sentimiento de criatura como reflejo de lo numinoso en el sentimiento de sí propio.

9 Mario Saban. "Maasé Bereshit". El misterio de la Creación. Argentina, enero 2013.

11 Los grandes misterios del judaísmo como el Maasé Bereshit (Misterio de la Creación) y Maasé Merkabá (El Misterio del carro celestial) fueron teas de especulación teológica en Francia y en Alemania durante los siglos XII y XIII. Este movimiento se conoce como "Jasidei Ashkenaz" (Los piadosos de Alemania).

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