El sendero de
Jano, el Callis Ianus[2], es
el antecedente del actual Camino de Santiago.
El que fue el
primer emperador de Roma: Cayo Julio César Octavio “Augusto”, identificándose
con los héroes fundacionales de la Ciudad Eterna, Eneas y Rómulo, y con la
valiosísima colaboración de su colega Marco Agrippa, llevó a cabo una gran
empresa para llevar la Luz hacia el territorio de Occidente. Así como Eneas y
Rómulo fundaron Roma, Octavio fundó la nueva ciudad sagrada de Lucus Augusti en el extremo occidente
del mundo conocido, desde donde se gobernarían los límites del imperio mediante
la justicia y la equidad.
La amistad de
los jóvenes Octavio y Agrippa se forjó en la Academia de Apolonia, en
Macedonia, fundada por Anaximandro cinco siglos antes; el aprendizaje que en
ella recibieron les permitió acometer su tarea desde y por el conocimiento
directo de la Tradición: la Ciencia Sagrada fue el instrumento de su conquista;
su cometido fue hacer que volviera el Orden y la Armonía a la ciudad, viendo en
ella la imagen en la tierra de la ciudad celeste, arquetípica e ideal.
Octavio se
reconoce a sí mismo como heredero de un linaje espiritual y única autoridad
para poder establecer en la tierra un nuevo centro. Debe fundar una nueva
ciudad que equivalga a una refundación del Cosmos (luego, una refundación del
Mundo) que será llamada “la Ciudad Sagrada de Augusto”, Lucus Augusti, literalmente el “bosque sagrado de Augusto”, la
actual Lugo.
Lucus Augusti se convirtió, pues, bajo
los auspicios de los dioses fundadores y bajo estrictos ritos fundacionales en
el nuevo Centro del Mundo y como tal, una representación de la cosmogonía.
El Emperador
hizo posible que todos los hombres, ciudadanos y peregrinos, pudieran realizar desde cualquier parte del mundo conocido (el
imperio romano) su camino hacía la Luz a través del Callis Ianus, el sendero que rememora el primordial "Sendero
de Anu": el sendero celeste del aprendizaje espiritual que guía al hombre
en su ancestral y arquetípico camino de conocimiento interior.
La Geografía sagrada de Augusto
Es importante
comprender que el gobierno colegiado, compuesto por sus hombres de confianza,
aunaba el poder religioso, político y cultural, a través de sus representantes:
los llamados Arkhontes. En efecto,
Octavio Augusto establece durante su mandato un período donde los arkhontes, aconsejados por los
filósofos, gobernarán la ciudad instruyendo al pueblo a través de las academias
y los centros de aprendizaje. Es fácil comprender esta distribución de poderes
si pensamos que Octavio Augusto –el Príncipe– tiene plena consciencia de que
encarnaba la profecía de ser "El Elegido" por los dioses, y que, bajo
su gobierno, serían establecidas las bases de una nueva Edad de Oro. Esta
certeza de Octavio tiene su origen en los círculos neopitagóricos,
particularmente representados por P. Nigidio Fígulo, Gran Maestre de la
cofradía de la "Ciencia Sagrada", en el nacimiento de Octavio.
Con el impulso
de este nuevo renacimiento se fue abriendo paso la idea de que aquel reinado
bien podía anunciar algo, como una nueva Edad de Oro. De ello se hizo eco
Virgilio en la célebre Égloga IV de sus Bucólicas, en la que canta el regreso
de la Virgen Astrea:
"La gran
serie de siglos comienza de nuevo. De vuelta está la Virgen, de vuelta el reino
de Saturno...."
Todo este poema
está bañado de la atmósfera de los círculos neopitagóricos, de los que formaba
parte Virgilio, y que creían en la cercana regeneración de la humanidad. Para
los iniciados del siglo de Virgilio, aquella época era realmente el fin del
"Gran Año", cuyas dolorosas transformaciones iban a engendrar la
nueva Edad de Oro relacionada con el regreso de Astrea, la Virgen de la
Justicia.
[3]
La profecía, que
proviene de la tradición primordial, señalaba a "El Elegido" como el
que conoce los acontecimientos del porvenir, dirige las causas de esos
acontecimientos, y puede “hablar a Dios cara a cara”, esto es, que ocupa por
autoridad el centro desde donde se establece la comunicación directa del mundo
terrestre con los estados superiores y, a través de éstos, con el Principio
Supremo.
[4]
Octavio Augusto
como "Príncipe", como un nuevo Eneas, como un nuevo Rómulo, debe
establecer en la tierra un nuevo centro, a partir del cual se repita la
cosmogonía. Debe establecer una nueva fecundación de la tierra virgen por el
espíritu divino, como unión de contrarios en la unidad. Debe fundar una nueva
ciudad que equivalga a una refundación del Cosmos, repetir la cosmogonía, una
refundación como matrimonio sagrado entre la tierra a ocupar y la otra Tierra
prototípica, celeste e Ideal;
[5]
la
ciudad de abajo se estructura a imagen y semejanza de la de arriba, y así, ese
trozo de tierra sacralizada pasará a ser el nuevo Centro del Mundo, Templo a
cielo abierto, el habitáculo de ARCO
[6]
, la
"presencia real" de la Divinidad.
Para ello, según
el rito antiguo, debía determinar una geografía sagrada o sacerdotal, ya que la
posición de las ciudades y de los templos, según el rito de Jano
[7], no
era arbitraria, sino que se determinaba según leyes muy precisas.
[8]
La Ciencia
Sagrada establecía los lazos que unían: el "arte sacerdotal" y el
"arte real", con el arte de los constructores, ya que las antiguas
corporaciones estaban en posesión de una verdadera tradición iniciática. Jano
era a la vez el dios de la iniciación a los Misterios y el de las corporaciones
de arquitectos (Collegia Fabrorum).
Además, entre la fundación de una ciudad y la constitución de un nuevo Centro,
según establecía la doctrina tradicional, eran necesarias unas adaptaciones a
las condiciones definidas de cada tiempo y lugar, debía existir una relación
tal, que la primera debía simbolizar a la segunda.
[9]
Era muy necesario realizar estudios especiales
para fijar el emplazamiento de una nueva ciudad, que estaba destinada a
convertirse en metrópoli espiritual de toda una parte del mundo; el nombre de
la nueva ciudad, su emplazamiento y las circunstancias de su fundación, tenían
que ser examinados cuidadosamente bajo este punto de vista y bajo la dirección
del que tuviese el conocimiento y la autoridad para hacerlo.
Marco Agrippa,
Gran Maestre de la Cofradía de la Ciencia Sagrada en la época de gobierno de
Octavio Augusto, era el señalado para realizar este trabajo. Sus conocimientos
de gnomónica y arquitectura le permitieron determinar, sin posibilidad de
error, el emplazamiento de la nueva ciudad que iba a ser llamada a convertirse
en el Centro del Mundo.
En la antigüedad
ya existían centros sagrados fundados a lo largo de épocas sucesivas. El rito
romano, recuperado por el propio Octavio, señaló en el territorio del Imperio
una geografía que relacionaba los centros que, a lo largo de los ciclos,
aseguraron la conservación de la tradición.
Marco Agrippa en
el año 26 a. C. fue el autor de un mapa geográfico monumental que se expuso en
el Campo de Marte de Roma, según instrucciones de Octavio Augusto
[10]
.
En ese mapa
geográfico figuraban las ciudades principales del Imperio y, entre ellas, las
elegidas según una estudiada geometría sagrada y solo visible para los
iniciados, que determinaba el futuro emplazamiento de la futura ciudad sagrada
de Augusto.
En el momento en
que se realizó el mapa monumental, Roma era el eje del mundo. Su emplazamiento
determinaba, no solo un centro geométrico dentro del Imperio, sino el Centro
del Mundo como lugar sagrado. Esta conquista del
emperador es la que el “Orbis Terrarum” muestra, la cosmogonía que explica el
nuevo mundo romano a los ciudadanos del imperio. No olvidemos que el encargo
fue pensado para ser expuesto de manera pública ante los ciudadanos de todo el
mundo romano, y que es también en este momento cuando Octavio Augusto dispone
de la erección de una piedra miliar dorada (miliarium
aureum) como símbolo de que Roma es el Nuevo Centro del Mundo.
Octavio, durante
su mandato, tuvo una especial relación con Oriente. Fueron muchas las ciudades
que recibieron sus cuidados e inversiones para recuperar sus templos y edificios
públicos. De todas ellas, Éfeso, sede del Templo a Artemisa (Diana en el
panteón Romano), fue la que recibió un trato más destacado de todas las
ciudades de Oriente. Efeso se convirtió en la Puerta de Oriente, no solo por su
carácter comercial, sino como puerta de iniciación a los misterios de la diosa
madre, representados por la diosa Luna Diana-Artemisa.
Existe una
línea, que trazada sobre el mapa del Mar Mediterráneo (tal como Agrippa
dispuso), une los lugares donde Efeso y Roma se emplazan. Toda línea une dos
puntos, pero sólo ésta posee la dirección que, procediendo de las tierras de
Mesopotamia, al oriente de las tierras de Egipto, donde nace el Dios Sol,
enlaza las ciudades que en cada época tuvieron una significación sagrada para
sus pueblos. El "Decumanus" del Cosmos.
Cardo quiere
decir "EJE", línea en torno a la cual gira el sol, de Norte a Sur.
Decumanus que proviene de duodecimanus, la línea de las doce horas entre la
salida y la puesta del sol, de Este a Oeste.
[11]
Esta línea
geográfica, a modo de nuevo sendero de Anu, de real Tar de Atón, de recorrido
del dios Apolo en su carruaje de fuego, como cadena de Lugh, es signo de
alianza entre las ciudades de Éfeso, Roma y el Finis Terrae, el fin de la
tierra, el lugar donde, según la tradición, el Sol poniente va hacia las
entrañas de la Tierra para renacer luego al amanecer.
Por ello, la
Ciudad Sagrada de Augusto debía de estar emplazada sobre esta línea celestial,
al igual que, en su momento, se establecieron las ciudades de: Apolonia,
fundada por Anaximandro, primera ciudad de la historia dedicada al dios Apolo y
lugar donde Octavio y Agrippa fueron iniciados en los misterios de la Ciencia
Sagrada, y Tarquinia, ciudad sagrada etrusca por antonomasia y lugar donde
Octavio recibió el Clipeus o escudo dorado de manos de Venus. La Ciudad Sagrada
de Augusto, Lucus Augusti, se
convertiría en la nueva “Puerta de Occidente”.
Decumanus sobre el mapa del mundo de Agripa
El Imperio de
Augusto sería una gran cosmogonía dedicada a Ianus, y, al igual que su templo
de Roma, tendría en la capital su centro, el eje del mundo. La Puerta de
Oriente dedicada a la diosa Luna, en la ciudad de Éfeso, y la nueva Ciudad
Sagrada de Augusto, Lucus Augusti,
dedicada al dios Sol, como Puerta de Occidente.
[12]
Gracias a los
conocimientos de Agrippa, se determinó el emplazamiento, en lugar adecuado, en
tierra virgen, en la Gallaecia (recientemente pacificada por la intervención
del propio Agripa), según la línea sagrada que une el oriente y el occidente y
próxima al Finis Terrae, donde se construiría el Ara Solis, el altar al Sol
poniente.
Según los
términos de la tradición, este lugar sería una "tierra santa", a
imagen de todas las demás "tierras santas", un lugar sagrado, un
centro espiritual al cual estarían conectados los demás centros sagrados de la
tierra.
[13]
La ciudad
Sagrada de Augusto se emplazaría en lugar seleccionado previamente por Agripa,
durante su estancia en la Gallaecia. La ciudad se encontraría en las llamadas
aún en la actualidad "Terras do Miño"
[14],
emplazada de acuerdo con unas relaciones geométricas especiales entre la ciudad
y los enclaves circundantes, desarrollando unos vínculos entre este Centro
Santo y el territorio ungido, sobre el decumanus cósmico trazado en el mapa de Agrippa.
Así pues, la
Ciudad Sagrada de Augusto, Lucus Augusti,
se encuentra en el centro de este territorio fértil que es regado por las aguas
del río Miño. El centro geométrico de este territorio es el denominado Alto de
Garabolos, lugar donde Agripa tomó posesión, en el momento inicial de
pacificación del lugar en el año 19 a.C., siete años después de la construcción
del “Orbis Terrarum” en Roma.
Tetragrama sobre las "Tierras do Miño" I
Marco Agripa
como experto geógrafo trazó un mapa del territorio y con centro en ese lugar,
realizó un círculo de veintiuna millas romanas de radio (tres veces siete),
aproximadamente treinta y un Km. y, sobre el trazado de ese círculo, mandó
emplazar las aras sagradas que fueron la génesis de las poblaciones que en la
actualidad reciben el nombre de: Villalba, Meira, Baralla, Sarria, Palas y
Guitiriz.
El trazado de
ese círculo, con esas dimensiones exactas, determina el territorio sagrado
donde, en el futuro, se emplazará la Ciudad Sagrada de Augusto.
Con el mismo
centro y con radio de catorce millas (dos veces siete), se emplazaron nuevas
aras sagradas que, al cabo de 2000 años, son las poblaciones que reciben el nombre
de Friol y Castroverde y, sobre un nuevo círculo de siete millas de radio, los
enclaves de Rábade y Nadela.
En el interior
de ese círculo, al unir de forma geométrica las diez (X) aras romanas, se
dibuja la forma del monograma sagrado de Arkho[15] quedando sobre el territorio elegido la señal de la cruz, el símbolo de la Luz.
El monograma
está formado por un círculo y en su interior, las cuatro letras griegas: la
letra chi, en forma de cruz; la letra rho, como un cayado; la letra alfa, como
un compás y la letra omega, como un puente. Las cuatro forman la palabra de la
divinidad, Arkho, orientada al sur. (En la actualidad el monograma posee un
giro de 4º en función de la nueva orientación magnética tras el paso de 2000
años).
Si en ese
círculo, trazado por Agripa, unimos las poblaciones de Guitiriz con Baralla y
la de Meira con Palas, tendremos la cruz de la letra chi. La letra rho se traza
uniendo Villalba con Sarria –pasando por Rábade y Nadela–, y con el curso del
río Miño, en el tramo sur, formará el cayado de la letra. Y por último, el
lugar exacto de la letra alfa, lo determinará el enclave de la población de
Castroverde y la de la omega, la de Friol.
Todas estas
poblaciones tienen exactas relaciones geométricas entre sí, formando, en el
territorio seleccionado por Agripa, el símbolo sagrado de la divinidad.
Tetragrama sobre las "Tierras do Miño" II
Las poblaciones
de las Terras do Miño están dispuestas de acuerdo a un rito que sacralizaba el
territorio y a sus habitantes. Esto era así porque era necesario que esta zona
tuviera la bendición de los dioses celestiales.
La futura Ciudad
Sagrada que Augusto fundará siete años más tarde, precisaba de este ritual
previo. El tetragrama de Arkho dependía únicamente de los Pontífices y ellos
eran los responsables máximos del culto y su liturgia.
De esta forma, y
de manera simultánea, la Ciudad Sagrada de Augusto ocupará el papel de puerta a
lo celestial. La puerta de occidente a la divinidad. La tierra sacralizada,
Templo a cielo abierto, habitáculo de Arkho, la "presencia real" de
la Divinidad.
[16]
Un
"lucus", en latín, es un término que, originalmente, determinaba un
claro en la espesura del bosque en el cual habitaba un dios. Este término
evolucionó y posteriormente se empleó también para nombrar a los templos y
ciudades que, emplazados en un bosque ya existente, se edificaban como
santuario a una divinidad elegida.
Tras la
inesperada muerte de Agripa, Octavio Augusto eligió como legado augusteo para
que realizara la fundación de su Ciudad Sagrada al caballero miembro de la
orden ecuestre: Paulo Fabio Máximo. Éste se dirigió, en el año 12 a.C., a la
Gallaecia, para ejecutar el ritual. Siete años después del trazado por Agripa
de la geometría sagrada sobre la “Terras do Miño”.
En la tradición
etrusco-latina, el lugar favorable para el establecimiento de la nueva ciudad,
se obtenía mediante la observación del vuelo de unas determinadas aves. En
Roma, en primer lugar, era imprescindible el rito de la
"contemplatio", que era efectuado por un magistrado: el augur. Una vez
alcanzado un lugar elevado, generalmente la cima de una montaña, se escrutaba
el cielo y, según la topología de ese instante, se debían advertir en ella dos
coordenadas, dos meridianos cruzados, que configurarán –convenientemente
dibujados sobre la superficie de la tierra–, las dos direcciones principales o
ejes de la ciudad. En el caso de que se dieran las condiciones celestes
favorables, quedaba así "in-augur-ada" la ciudad.
[17]
Planta de Lucus Augusti
La ciudad
sagrada de Augusto cumplía de manera exacta cada uno de los ritos geométricos,
que el culto a Jano-Quirino-Arkho establecía. El proyecto redactado por Marco Agripa,
y determinado en el códice escrito por él mismo siguiendo la petición de
Octavio Augusto, posee una geometría de orden universal, "una cosmografía,
a partir de la cual, y siguiendo un complejo sistema de proporciones, se
establece, en el orden de lo sensible, una distribución análoga al orden
cósmico".
[18]
Su forma, según
el rito de Jano y de geometría igual a su templo, tenía planta cuadrada,
formada por una cuadrícula de doce por doce cuadras, dividida en cuatro barrios
orientados de acuerdo a los cuatro puntos cardinales, e igual que el templo,
que tenía doce columnas, la ciudad tenía doce puertas de entrada.
La ciudad se
implanta en el territorio de acuerdo a la escuadra pitagórica 5-12-13 y sigue
lo estipulado en el proyecto redactado por Marco Agripa, en cuanto a la
ordenación de sus calles, espacios públicos y edificios. Cada uno de ellos se
rige de acuerdo a la misma escuadra pitagórica en sus proporciones. La ciudad
cumple las reglas de los Collegia
Fabrorum del siglo I a.C., herederas de la tradición de la Ciencia Sagrada
que los Arkhitekton han sabido utilizar a lo largo de los siglos.
[19]
Una ciudad
sagrada, como Lucus Augusti fue, requería de un territorio virgen. Un bosque de
robles a las orillas del río Miño y sobre el cayado que forma su curso como la
letra Rho del monograma sagrado de Arkho en el territorio, era lugar apropiado
según el rito.
Lucus Augusti
fue en su fundación la ciudad del Sacramentum. Su origen como ciudad está
determinado por la voluntad de Augusto de alcanzar una convivencia en paz entre
Roma y los pueblos indígenas. Ese es uno de los rasgos principales de la ciudad
que permanece, aun hoy, como seña de identidad de la urbe. Lugo Ciudad del
Sacramento.[20] Su construcción en solo
siete años después de ser fundada la convirtió en el nuevo centro espiritual de
occidente. Lucus Augusti cumplió con un ritual de reglas ajustadas a las
coordenadas espacio-tiempo según establecía la Ciencia Sagrada.
Lucus Augusti,
como centro espiritual, al mismo tiempo que posee una localización que la
relaciona con otras Tierras Santas, debe tener una significación simbólica.
En efecto, los
hechos históricos vividos en la Gallaecia traducen, a su manera, verdades de
orden superior, en razón de la ley de correspondencia, que es el fundamento
mismo del simbolismo, y que une a todos los mundos en la armonía total y
universal. La idea que evoca, la representación de que se trata, es
esencialmente la de "estabilidad", idea que he indicado,
precisamente, como característica del Lucus: la ciudad debe permanecer
inmutable en medio de la agitación incesante en su alrededor, la agitación que
es una imagen de la del mundo exterior; y es menester haber atravesado la selva
de las pasiones para llegar al Monte de la Salvación, al Santuario de la Paz.
[21]
Lucus Augusti es la
Puerta de Occidente, Ianua foris,
puerta protegida por Jano.
Es a partir de la Edad Media
cuando el poder católico refunda un nuevo lugar bajo apariencia cristiana. Esta
refundación es solo un cambio de conveniencia, se traslada el poder sagrado
desde la antigua ciudad de Lucus Augusti, Lugo, la capital del territorio en la
época antigua, a un nuevo lugar sagrado, a cien Kms. hacia occidente, en
Compostela, bajo dominio extranjero. (El poder de los francos y la corte de
Carlomagno, el nuevo César).
[22]
Así cada año santo, que se
celebra desde hace más de veinte siglos y según la tradición celta del dios
solar Lugh
[23]
, cuando el 1 de Augusto, día
del calendario dedicado al dios sol, coincide con el día de la semana dedicado
al mismo dios, “dies solis”, domingo -1 de agosto en domingo-, en el Campo de
la Estrella, y siguiendo el ritual del dios Jano, se abre la Ianua foris en la plaza de la Quintana
de la catedral de Santiago de Compostela, puerta abierta a oriente, según el
rito pagano. Quintana tiene en su nombre origen romano, señala a la puerta que
comunica con el centro, con el lugar donde reside el que manda, con el primero,
con el Principio, con Arkho.
En la puerta interior de la
catedral compostelana, protegida por Jano, Ianua
foris, está escrito su nombre en griego, Arkho, "Principium
Deorum", el Dios del Principio, el Primero. Todos los peregrinos que
viajan a la tierra santa de occidente solicitan su protección y bendición al
cruzar, según el rito antiguo, por debajo de ella.
Este ritual se produce hoy
igual que hace 2000 años en el convento del extremo occidente. Inicialmente en
Lucus Augusti, ahora en el Campus Stellae.
El "Principium"
permanece en el territorio de Lucus Augusti, en el extremo occidente.
NOTAS
* Carlos Sanchez-Montaña es arquitecto, "Arqueografía Urbana en Lucus Augusti. La ciudad sagrada de Augusto" es el tema que investiga actualmente.
[1]
Sánchez-Montaña, Carlos
(2004) “CODEX CALLIS IANVS (El Origen
del Camino)” www.callisianus.info
[2]
La forma latina compuesta por dos nominativos, Callis:
sendero y Ianus: Jano, es el origen de varios nombres propios: Callistianus,
Calixtinus, Calistiano, Calistino, Calisto y Cagliano.
[3]
Hani, Jean, “Regina Mundi”, Ed. Olañeta.
[4]
Guénon, René, “El Rey del Mundo”, Ed. Paidós.
[5]
Gràcia, Josep M. “El rito fundacional de la ciudad” hermetismoymasoneria.com/s5jmgra.htm
[6]
Arkho. Ser primero, el que gobierna el mundo. (En
alfabeto griego palabra formada por las cuatro letras: alfa, rho, chi y omega).
[7]
Ianus, según establecía su rito, recibía tres nombres
en la antigüedad, uno sacerdotal, otro profano y un tercero secreto. Ianus,
Quirinus, Arcanus (Arkho en griego).
[8]
Guénon, René. “El Rey del Mundo” Ed. Paidós.
[9]
Guénon, René. “El Rey del Mundo” Ed. Paidós.
[10]
Sánchez-Montaña, Carlos (2004) “Orbis Terrarum - El
círculo de la tierra” www.arqweb.com/arkhitekton/orbis.asp
[11]
Gràcia, Josep María “El rito fundacional de la ciudad”
hermetismoymasoneria.com/s5jmgra.htm
[12]
Sánchez-Montaña Carlos “¿Por
qué Santiago viene a la Gallaecia? www.celtiberia.net/articulo.asp?id=1510
[13]
Guénon René. “El Rey del Mundo” Ed. Paidós.
[14]
El nombre de Manú lo encontramos también en el Menes
egipcio, en el Minos griego, en el Menw celta, en el Numa romano, y quiere
decir "Dios en nosotros". Francisco Ariza “La historia y la geografía
sagradas en la obra de René Guénon” symbolos.com/s10frar1.htm
[15]
Arkho. Ser primero, el que gobierna el mundo. (En
alfabeto griego palabra formada por las cuatro letras: alfa, rho, chi y omega).
[16]
Guénon René. “El Rey del Mundo” Ed.
Paidós.
[17]
Grácia, Josep María “Simbólica
Arquitectónica” Ed. SYMBOLOS.
[18]
Josep María Grácia, “Simbólica
Arquitectónica”. Idem.
[19]
Carlos Sánchez-Montaña.
“Arkhitekton, el obrero del primero” www.arqweb.com/arkho
[20]
Carlos
Sánchez-Montaña. “Lucus Augusti, la ciudad sagrada de Augusto”
www.lucusaugusti.org
[21]
Guénon
René. “El Rey del Mundo”. Ed. Paidós.
[22]
Carlos
Sánchez-Montaña “¿Por qué Santiago viene a la
Gallaecia? www.celtiberia.net/articulo.asp?id=1510
[23]
Carlos
Sánchez-Montaña “Lugh, rey de los dioses”. www.arqweb.com/lucusaugusti/lugus.asp