Se ha roto con la muerte la barrera de la vida. Ahora no hay más límite que el intento de atrapar lo inaprensible. ¡Aligerar! pues al soltar todas las amarras, se participa ya sin velo de esa Presencia siempre presentida. No se quiere más oír la cantinela conocida. Estás aquí sin forma ni figura, no hay añoranza de lo que de por sí no dura y sí toda la alabanza al Desconocido que día tras día has alabado, buscado, cantado, revelado. Y encantado por su Verbo derramaste su perfume sobre este tiempo oscuro tan cercano a lo eterno. Tal cual un rocío que estimula, vibrante, la terca alma que se deja entonces transportar por el alado viento a unos cielos muy livianos y todavía ignotos, o quizás no, pues, ¿qué es esto tan etéreo que se intuye con el intelecto en el centro de cualquier estado? Aún espero algo. Que sea verdad todo lo que has escrito, ya que nos dejaste dicho que “El No Ser es un resultado del trabajo hermético”, y que… “en el vértigo del No Ser también existe la esperanza. Todos lo hemos sabido”.

¿Nos estás soñando? Pues nosotros ahora te soñamos navegando al frente de esa barca que discurre entre mares de palabras significativas, la metafísica del lenguaje que nos encanta e imanta. Nos dejamos llevar por la corriente de la Memoria que brota de aquella fuente en la que tanto abrevaste y que nos diste de beber, sellando un pacto íntimo y secreto con el latir del corazón del Ser. 

Dejaremos esta página abierta, sin epílogo ni epitafio, y que la música siga sonando para acompasarnos y fundirnos con el centro de la idea y el Silencio que la envuelve.