SYMBOLOS Nº 7
Hermes
Silencio Hermético. Achilles Bocchius,
Symbolicarum questionum..., Bolonia, 1555
Carta Editorial
 
El año pasado (1993) se reunió en Viena un Gran Congreso cuyo tema era los Derechos Humanos bajo el patrocinio de las Naciones Unidas. Parece que tuvo un aspecto oficial y fueron invitados distintos supuestos líderes autóctonos de distintas partes del mundo (con la exclusión del Dalai Lama, vetado por China). También se reunieron miembros de instituciones nacionales e internacionales de Derechos Humanos, entre ellas algunas de conocido prestigio como Amnistía Internacional. Nos han llamado la atención las declaraciones de algunos de los miembros de esta última asociación. Concretamente se trata de la intervención que propugnan respecto a usos y costumbres de distintos pueblos, porque ellos muchas veces violan los derechos humanos -en particular los de la mujer-, y son por ello condenables ante la comunidad internacional, y la sociedad en general. 

Estas condenas se hacen en base a la ciencia moderna, el desarrollo, y la "evolución" a que ha llegado el hombre contemporáneo, que pretende imponer a todos los pueblos su visión chata de la realidad, su ignorancia y soberbia. De más está decir que para una auténtica cultura todos sus gestos son rituales y que ellos abarcan la totalidad del ámbito existencial. Por lo que ciertas ceremonias y comportamientos pueden parecer muy extraños a los habitantes de las grandes ciudades, sino completamente incomprensibles. De hecho no negamos que hay muchos casos particulares de diferente tipo y que, fuera del contexto cultural, serían inadmisibles a los ojos del hombre occidental actual, e incluso sucede inversamente que cosas que éste hoy considera normales en su cultura, son miradas con horror por otros pueblos, las que a su vez son observadas con espanto por unos terceros. Por eso a la hora de legislar sobre este tema y de sentar precedentes al respecto hay que ser muy prudente y especialmente abstenerse de generalizar. Y lo primero que hay que hacer al respecto es informarse, pues de lo contrario el tabaco y el alcohol, que son sagrados para los indoamericanos, podrían ser prohibidos a esos pueblos por la Organización Internacional de la Salud o por el doctor Freud, por ejemplo, sin hablar de la fiesta de los toros y las sociedades protectoras de animales. ¿Por qué no se reclaman los derechos humanos de aquellos que tienen que pasar siete horas del día frente a la pantalla de un ordenador, cuando uno de los derechos fundamentales es la salud? 

Incluso sabemos que en muchos casos la apropiación de ritos y costumbres tradicionales ha sido utilizada de manera política por gobernantes que incluso en distintas épocas de la historia han desarrollado el terrorismo de Estado; pero aun así se debe actuar con inmensa prudencia, no sea que la uniformidad de criterios y de supuestos falsos propios de los habitantes de las grandes ciudades -tan cuadrados y exactos como la arquitectura que las adorna- los lleve a prohibir y condenar las costumbres de las distintas tradiciones, verdadera afrenta a los Derechos Humanos en el decenio que fue dedicado a las etnias aborígenes. ¿Qué tal la inversión?

LA DIRECCION
 
 
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