SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis

Fo-hi y Niu-kua.
Los hermanos-esposos Fo-hi y Niu-Kua

K'UN, LO RECEPTIVO, LA TIERRA
ESTER LLECHA

Todas las líneas que componen el signo son trazos partidos. La línea partida corresponde al principio primario umbrío, blando, receptivo, del yin.
La cualidad intrínseca del signo es la entrega ferviente, su imagen es la tierra.
Es la perfecta pieza complementaria de lo creativo, su contraparte, no lo opuesto;  una complementación y no una hostilización. Es la naturaleza frente al espíritu, la tierra frente al cielo, lo espacial frente a lo temporal, lo femenino-maternal frente a lo masculino-paternal.
I Ching. El libro de las Mutaciones.1

El I Ching, llamado El Libro de las Mutaciones es profundo, misterioso y certero. Su origen mítico nos habla de revelación y la sabiduría que vehicula en sus símbolos constituye la esencia misma de la tradición extremo oriental.

Nos ha interesado investigar un poco en el I-Ching, uno de los libros más antiguos de la tradición China, que aún siendo lejana para nosotros en el espacio y también en el tiempo, tiene con la tradición Hermética, de la cual nos reconocemos herederos, coincidencias notables.

Cierto es que las tradiciones de todos los pueblos y culturas son idénticas en esencia y que se reconocen como vivas ramificaciones de un tronco común al que se ha llamado Tradición Unánime. Pero, también es cierto que esa misma y única realidad que es su principio, en su inagotable riqueza, se expresa singularmente con gran variedad de formas en las simbólicas respectivas.

En el caso de esta tradición, su aspecto exotérico –el único que en definitiva muda, es decir, se adapta a las circunstancias de tiempo y lugar– no ha derivado en religión como tampoco lo ha hecho la Tradición Hermética.

En el principio de la historia de China aparece Fo-hi, emperador mítico que con su contraparte femenina, Niu-Kua, su complementaria hermana y esposa, constituye el germen sagrado de esta cultura. En verdad, el origen de la tradición china se remonta a unos 3700 años a. C., sin embargo, como se sabe, lo

"que aparece como un comienzo no fue verdaderamente más que el despertar de una tradición muy anterior que, por lo demás, debió cambiar de forma para adaptarse a condiciones nuevas."2

Se dice que Fo-hi sintetiza en dos líneas, una continua y otra discontinua o partida, los principios universales, yang y yin, que siendo Uno, indivisible e indistinto en la Unidad Metafísica del Tao, por una especie de polarización de la misma, dan origen a la totalidad de la manifestación universal.

De la combinación de estas "dos determinaciones"(ul-i) en grupos de tres líneas aparecen los Kua o "trigramas",

"símbolos maravillosamente aptos para servir de soporte a posibilidades indefinidas"3.

Cuentan los mitos que Fo-hi vio salir del río a un dragón (en ocasiones, una tortuga) que unía en él las fuerzas del Cielo y de la Tierra y que llevaba los trigramas inscritos en su espalda.

También se dice que,

"antes de trazar los trigramas, Fo-hi miró al Cielo, luego bajó los ojos hacia la Tierra, observó sus particularidades y consideró los caracteres del cuerpo humano y de todas las cosas exteriores"4.

"Toda la tradición estuvo pues al principio contenida esencialmente y como en ciernes en los trigramas: no faltaba más que sacar de ahí todos los desarrollos necesarios ya fuese en el dominio del puro conocimiento metafísico ya fuese en el de sus aplicaciones diversas en el orden cósmico y en el orden humano."5

Parece que Fo-Hi escribió para ello tres libros de los cuales solamente el último ha llegado hasta nosotros. Se trata del I-Ching o Libro de las Mutaciones, conocido en Occidente básicamente como un oráculo cuyo contenido permite lecturas o conocimiento a distintos niveles, ya que,

"el texto de éste es todavía tan sintético que puede entenderse en sentidos múltiples, por lo demás perfectamente concordantes entre sí, según se atenga uno estrictamente a los principios o quiera aplicarlos a tal o cual orden determinado. Así, además del sentido metafísico, hay una multitud de aplicaciones contingentes de importancia desigual que constituyen sendas ciencias tradicionales: aplicaciones lógica, matemática, astronómica, fisiológica, social y así sucesivamente; hay incluso una aplicación adivinatoria que, además, está considerada como una de las inferiores y cuya práctica está abandonada a juglares errantes."6

El mítico Fo-Hi sintetiza, pues, en los símbolos de los principios conocidos como yin y yang y en su combinación en trigramas, un conocimiento anterior y primigenio sobre el que han meditado los sabios durante milenios, algunos de ellos emperadores y reyes de tiempos posteriores7, y que se irá desgranando y desarrollando –en virtud de las leyes cíclicas– hasta constituir el volumen del Libro de las Mutaciones tal cual hoy llega hasta nosotros.

Con sus dos líneas o principios y de sus posibilidades de combinación nacen los ocho trigramas y los sesenta y cuatro hexagramas conformando un inagotable manantial de posibilidades en perpetuo y armónico cambio que nos remite continua y constantemente al reconocimiento de la inmutabilidad del Tao8.

"El Cielo, es totalmente Yang y la Tierra totalmente Yin, lo que equivale a decir que la Esencia es acto puro y la Substancia es potencia pura; pero solo ellos lo son en estado puro, en cuanto son los dos polos de la manifestación universal; y en todas las cosas manifestadas, el yang nunca va sin el yin, ni el yin sin el yang, puesto que su naturaleza participa a la vez del Cielo y de la Tierra."9

Así, pues, si de la complementación de ambos principios o polos surge un tercer término producto de su cópula, hijo de este matrimonio sagrado, como mediador que reúne en sí la naturaleza de Cielo y Tierra, igualmente, en cada trigrama que se compone de tres líneas, podemos observar como éstas se corresponden con los términos de la Gran Tríada oriental:

"el trazo superior representa al Cielo, el trazo medio al Hombre, y el inferior la Tierra".10

Siguiendo distintas secuencias, en el Libro de las Mutaciones encontramos que los trigramas se representan en forma geométrica conformando un octógono, figura intermedia entre el círculo y el cuadrado, imágenes simbólicas de Cielo y Tierra, considerada capaz de unir lo superior y lo inferior y cuyo simbolismo la relaciona con la idea de pasaje entre los mundos y necesariamente con la de muerte y resurrección11; vemos, también, que a cada uno le corresponde una forma y un nombre y que a su vez se lo relaciona con una cualidad y una imagen, así como también con los distintos miembros de una familia (los progenitores y sus seis hijos, tres varones y tres mujeres). El padre y la madre se componen de trazos totalmente yang o yin respectivamente, siendo los descendientes varones o hembras en función del único trazo distinto de cada trigrama, yang en el caso de los hijos y yin si se trata de las hijas.

"En los hexagramas, los dos trigramas superpuestos también corresponden respectivamente a Cielo y Tierra; aquí el término medio ya no está figurado visiblemente, sino que es el conjunto de las influencias celestiales y terrenales, lo que expresa propiamente la función de mediador."12

Khien y K'un (o Khuen), que son el primero y el último de los hexagramas, están formados respectivamente por seis trazos enteros y seis trazos partidos, representado así la plenitud del Yang, el Cielo, el polo superior y la Esencia, y la del Yin, que se identifica con la Tierra, la Substancia y el polo inferior del gran huevo Universal; y los demás hexagramas, formados por todas las posibles combinaciones de estas dos determinaciones que se mezclan en distintas proporciones, quedan definidos y situados entre estos dos extremos representado el desarrollo de toda la manifestación.

En la Creación, Yang es todo lo que procede de la naturaleza del Cielo y Yin lo que lo hace de la naturaleza de la Tierra. Lo creativo, luminoso, positivo, firme o masculino es yang y todo lo pasivo, oscuro, negativo, blando o femenino es yin.

Este principio yin, al que alude el signo K'un, como hemos visto, está siempre presente dentro de todo ser y se relaciona, a un nivel, con todo lo femenino y por extensión con la naturaleza y todo lo relativo a la hembra, a la matriz y a la maternidad, es decir, con la potencia o posibilidad del óvulo y la generación por la fecundación. También se asocia a la diosa, la virgen, la reina y la dama amada, con la sabiduría y hasta la inteligencia, todas ellas anhelando ser conquistadas por la acción y fuerza del Amor más alto y la pasión de nuestro empeño o voluntad –empuje divino– que actúa paciente y constantemente.

Igualmente, en general, está relacionado con todo lo que contiene y sustenta, esto es, lo cóncavo y lo receptivo (la copa, el lago, la caverna y el corazón). Y por otra parte, generosamente, con el alimento, el agua y la leche que nutren y dan vida. En otro sentido, tiene que ver con la educación, la guía en los primeros pasos y la transmisión de la lengua materna, un conocimiento que une y comunica, análogo a la transmisión del lenguaje simbólico que se enseña al aprendiz y que no podría recibirse si no fuera por la vacuidad o virginidad y la entrega ferviente necesaria para la recepción de la influencia espiritual en la iniciación.

"Si se considera especialmente a yang y yin en su aspecto de elementos masculino y femenino, se podrá decir que, a causa de esa participación, todo ser es andrógino en cierto sentido y medida, y que además, lo es más completamente cuanto más equilibrados estén en él estos dos elementos".13

Lo receptivo, como hemos visto, no puede comprenderse aisladamente sin la participación de lo creativo, y son numerosos los símbolos que así lo testimonian en todas las tradiciones.

En la cultura extremo oriental se representa a Fo-hi y Niu-kua, frecuentemente

"juntos y unidos por sus colas de serpiente (correspondiendo así exactamente a las dos serpientes del caduceo)"14,

él colocado a la izquierda y ella, situada a la derecha, mostrando Fo-hi una escuadra, símbolo de la Tierra que sostiene en su mano izquierda y Niu-kua un compás, signo del Cielo, en su derecha; un

"intercambio que, en semejante caso con gran propiedad puede calificarse de 'hierogámico'; no se ve cómo, sin un intercambio tal, podría el compás pertenecer a Niu-kua, tanto más que las acciones que se le atribuyen la representan sobre todo ejerciendo la función de asegurar la estabilidad del mundo, función que se refiere al lado 'substancial' de la manifestación, y que la estabilidad se expresa en el simbolismo geométrico por la forma cúbica."15

Por otro lado, no obstante, a Fo-hi le corresponde la escuadra en cuanto a "Señor de la Tierra", instrumento del que se sirve para medirla, es decir, para conocer sus dimensiones, sus límites y también la Ley que los define.

Compás y escuadra son en la Masonería16 las herramientas útiles para trazar los planos y medir la obra que realizan los constructores, a la vez que constituyen, entrelazados, el emblema por excelencia de la Orden.

Se dice que el Maestro masón, como el sabio perfecto, se halla situado entre la escuadra y el compás, es decir, en el centro del círculo –como la "quintaesencia" de los alquimistas y la estrella pentagramática de los pitagóricos. Es en este espacio "vacío", en el Invariable Medio (Tchung-yung), donde se concilian todas las oposiciones. Unidos en él la Tierra y el Cielo –la luna y el sol, la hembra y el macho, el yin y el yang– se ha reintegrado al estado primordial, como el Andrógino que reúne las dos naturalezas, el Hombre Verdadero17 que, ubicado en el mismo y único punto central del eje, se halla así comunicado verticalmente con los estados supracósmicos y la Liberación Total.


NOTAS
1 I Ching, El Libro de las Mutaciones, versión del chino al alemán, con comentarios por Richard Wilhelm, traducción al español por D. J. Vogelmann, Edhasa, 1977. Chou I es el título abreviado de este libro en chino: Las Mutaciones de los Chou. El texto procede de comienzos del reinado de la dinastía Chou, (1122 a 221 antes de nuestra era).
2 René Guénon, Esoterismo Islámico y Taoísmo, Editorial Obelisco, Barcelona, 1992, pág. 75.
3 Ibid. pág 77.
4 Ibid. citando el Libro de los Ritos de Tcheu.
5 Ibid.
6 Ibid. págs. 77 y 78.
7 El rey Wen y el duque de Chou, hacia el 1150 a. C. a quienes se deben los Anexos de los Juicios y Decisiones, Kung-Tse y sus adeptos, aproximadamente sobre el año 600 a. C., a quienes se atribuyen los Comentarios para las Decisiones.
8 Dice René Guénon en La Gran Tríada (Editorial Obelisco, Barcelona, 1986, pág. 45) que el Tao "con nombre" es la madre de los "diez mil seres" tal como se nombra en el capítulo primero del Tao te King. El Tao "sin nombre" es el No-Ser, y el Tao "con nombre" es el Ser: "Si hay que dar un nombre al Tao (aunque no pueda ser realmente nombrado) se le llamará (como equivalente aproximada) Gran Unidad".
9 Ibid. pág. 40.
10 Ibid. pág. 120.
11

"Siendo el cuadrado representación de la tierra y el círculo una imagen del cielo, al octógono se lo considera como una figura capaz de unir a ambos y por lo tanto como un símbolo del mundo intermediario que comunica lo inferior con lo superior. De ahí que se le relacione con la idea de la 'cuadratura del círculo' y de la 'circulatura del cuadrado', y que a la vez se le utilice para representar el 'pasaje' por este mundo intermediario. El número ocho es a menudo relacionado con la muerte, y en particular con la muerte iniciática. Esto nos indica que ese 'pasaje' habrá de implicar la muerte a los estados profanos y la resurrección a mundos superiores, y en este sentido el octógono simboliza una verdadera regeneración espiritual que supone una transmutación y un nuevo renacimiento. (…)

En la tradición extremo oriental al octógono se le concedió siempre una importancia simbólica fundamental, y es la estructura básica del Libro de las mutaciones o I Ching. También entre los chinos son comunes los templos de base cuadrada (tierra) coronados con una cúpula semiesférica (cielo) la cual aparece sostenida por ocho pilares o columnas (mundo intermediario-hombre)". SYMBOLOS, Nº 25-26, "El octógono", pág. 438.

12 René Guénon, La Gran Tríada, op. cit., pág. 120.
13 Ibid. pág. 40.
14 Ibid. pág. 128, citado por A. Casanovas en su artículo "La palabra Tarot en la obra de René Guénon". SYMBOLOS Nº 11-12, año 1996, pág. 233.
15 Ibid. pág. 129. De manera parecida, pero sin el intercambio de atributos que se comenta, en el Rebis hermético la mitad masculina que se sitúa en el lado derecho, sostiene un compás, mientras que la escuadra es sostenida por la mitad femenina, el lado izquierdo de este ser andrógino.
16 Ver Siete Maestros Masones, capítulo VII, "El Compás y la Escuadra", Cosmogonía Masónica. Símbolo, Rito, Iniciación. Editorial Kier, Buenos Aires, 2003.
17 Tchung-yung XXII, citado por René Guénon, Aperçus sur l'ésotérisme islamique et le Taoïsme, Editions Gallimard, 1973, pág. 105. Estado en el que habiendo alcanzado la plenitud de sus facultades superiores, el hombre "puede ayudar al Cielo y a la Tierra en el mantenimiento y la transformación de los seres, y, por ello, constituir un tercer poder con el Cielo y la Tierra".
   

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