MUSICA
Durante los últimos años se ha dado la extraña circunstancia de que casi todas las listas de ventas de "música joven" en Occidente se han visto copadas por producciones irlandesas, envueltas además en un halo poético y en un reconocimiento artístico más allá de todo tipo de etiquetas. 

Tanto en música folclórica, popular o incluso rock and roll, la música irlandesa ofrece una atmósfera intensa donde el mito se vivifica, sus letras normalmente breves tienen contenido espiritual y transportan al campo de batalla de la juglaría y de los trovadores provenzales emparentados mágicamente en el oficio a muchos de los actuales músicos irlandeses. 

Claro que no es el terreno de lo "emocional" el que nos ocupa, más bien es éste el terreno que el aprendiz debe pulir incesantemente, al estar "per se" ligado a los estados individuales del ser, pero también es cierto que es esta emoción o presión el alimento del athanor que en la conciencia central de la obra alquímica discierne y disuelve los aspectos que afectan al intelecto. Quiere esto decir que no venimos aquí a explicar las bondades de cierta emocionalidad en la forma que sea, pero sí a apuntar que aceptando la permanencia alquímica de la transmutación parece interesante el que a este fuego central lleguen emociones dispuestas más en cuanto a una proyección vertical que en cuanto a otro tipo de proyecciones. 

En ello el tradicionalismo, que básicamente no es más que una reminiscencia social y que en el punto de rigor en que ahora nos situaríamos es un folclore de última hora, puede entenderse al revés y escucharse como una plataforma superior para la evocación poética que la de los últimos modernos desvinculados total y absolutamente de cualquier evocación simbólica. A. C. 

 
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