SYMBOLOS
Revista internacional de 
Arte - Cultura - Gnosis
 

INTRODUCCIÓN A LA COSMOGONÍA DOGON.
2 ª Parte
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ADARA Mª ARIZA DÍAZ

Las Enseñanzas de Ogotemmêli.

En octubre de 1946 se inician una serie de conversaciones entre el viejo cazador y el etnólogo que duraron 33 jornadas, todas ellas en casa de Ogotemmêli, donde este le recibió. La forma en que estas entrevistas se iniciaron es digna de mención. Parece ser que el primer contacto tuvo lugar cuando Griaule pidió a Ogotemmêli que le fabricase un amuleto contra las balas. El anciano no le contestó nada y al cabo de diez años, el viejo cazador mandó llamar a Griaule recordándole lo que le había pedido hacía ya tanto tiempo y que ni el mismo Griaule recordaba ya. Es evidente que Ogotemmêli vio aptitudes en aquel blanco para poderle transmitir aquellos conocimientos; por tanto, fue el viejo cazador quien escogió a Griaule. Este, cuando acudió por primera vez a casa de Ogotemmêli, aún creía que le iba a vender un amuleto y no que aquel sabio anciano iba a relatarle el sistema del mundo.

Pero en la decisión de Ogotemmêli tuvo que ver un informador, otro sabio que había tratado a Griaule y enseñado el mensaje secreto de las máscaras dogon. 19 La seriedad mostrada por Griaule hizo comprender a Ogotemmêli que este podía ser un puente para dar a conocer su cultura. El etnólogo cuenta que tras su primer encuentro las conversaciones se organizaron por acuerdo tácito,

Porque era necesario empezar por la aurora de las cosas. Ogotemmêli rechazó como detalle sin interés la formación de los catorce sistemas solares en tierras llanas y circulares dispuestas en pilas de que habla el pueblo. Solamente quería tratar del sistema solar útil. Consentía tomar en consideración las estrellas, a pesar de que jugasen un papel secundario.
Las estrellas procedían de bolitas de tierra lanzadas al espacio por el dios Amma, único dios. Había creado el sol y la luna según una técnica más complicada: la alfarería. El dios Amma, habiendo tomado un rollo de arcillas, lo apretó con la mano y lo lanzó como había hecho con los astros. La arcilla se estira y llega hasta el norte, que es lo alto y se alarga hasta el sur, que es lo bajo, aunque todo ocurre horizontalmente
.20
Qué vida hay en la tierra –pregunta M. Griaule.
Ogotemmêli: La fuerza vital de la tierra es el agua. Dios ha amasado la tierra con agua. Además hace la sangre con el agua. Incluso en una piedra existe una fuerza, ya que la humedad está en todas partes.
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No es posible no ver en esta respuesta un poso de sabiduría muy alejado de un espíritu “salvaje.


La Agricultura

En Occidente, el primer escrito sobre agricultura (palabra que significa “cultura del agro”, con lo que vemos [...] que “cultivar” y “cultura” son términos sinónimos) lo tenemos con Hesíodo en su libro Los trabajos y los días. Es lo que podríamos considerar el primer tratado de Ingeniería Agrónoma. Se trata del relato de una cosmovisión aplicada a un oficio o arte.

En lo que se refiere a los dogon, esta es la narración que el viejo cazador hace de su agricultura tradicional:

El cultivo se hace por cuadrados de ocho codos de lado, rodeados de caballones de tierra, pues la superficie de la parcela unitaria es la de la terraza del granero celeste. Y la parcela está orientada de forma que cada lado mira a un punto cardinal.
La manera antigua de cultivar es la que recuerda el tejido. Se empieza por el lado norte, yendo de este a oeste, y volviendo luego de oeste a este. En cada línea se ponen ocho plantas y el campo contiene ocho líneas; recuerdan a los ocho antepasados y los ocho granos.
Cultivar es tejer, de modo que el campo es como una manta de ocho bandas.
El conjunto de los campos que rodean el poblado y la misma aldea son también una gran manta. Las casas, con terrazas iluminadas por el sol, son cuadrados blancos; los patios en sombra, los cuadros negros. Las callejuelas son las costuras que unen las bandas.
Si un hombre rotura nuevos cuadros, o construye habitaciones, su trabajo es como tejer.
Así como el vaivén de la lanzadera sobre la urdimbre fija la palabra en el tejido, el cultivo, por el vaivén del campesino sobre las parcelas, introduce el verbo de los antepasados, es decir, la humedad en la tierra trabajada, hace retroceder la impureza y expande la civilización alrededor de los lugares habitados.
Pero si cultivar es tejer, es preciso decir que tejer es cultivar. La parte sin trama de la urdimbre es la maleza. La banda terminada es el símbolo del campo cultivado. Los cuatro postes del telar son los árboles y arbustos que son abatidos con la lanzadera, símbolo del hacha. Pasar el hilo de la trama es avanzar la vida, el agua y la pureza de las regiones desérticas.
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Queda de manifiesto en esta cita la visión simbólica que esta cultura dogon posee del mundo, y que plasma tanto en su forma de pensar y ejercer la agricultura, en la labor en el telar o en el diseño de sus casas, como vamos a seguir viendo.



La Alfarería

La mitología dogon, en concordancia con otras mitologías del mundo, habla de un Creador Universal. Asimismo, explica que la alfarería nació en la fragua, gracias a la mujer del herrero, quien puso al sol un cuenco que había modelado, mas creyendo que ese calor no sería suficiente para endurecer la pieza, la colocó cerca del fuego. Entonces observó que la tierra se cocía y se volvía dura: desde ese momento puso en el fuego todo cuanto modelaba.

Su trabajo se desarrollaba sobre una pequeña estera cuadrada de ochenta cuerdecillas entramadas en una urdimbre de igual número de fibras. En primer lugar, la mujer hacía un esbozo en forma de tronco de cono invertido, y lo ahuecaba manipulando con fuerza en su interior una piedra redonda, hasta conseguir una cavidad esférica. A medida que la pared era presionada desde el interior, el dibujo de la esfera se imprimía en la pasta.


 



Cultura dogon, la pareja primordial.
Colección particular.

 

–La estera sobre la que trabaja la mujer –dijo Ogotemmêli– es el símbolo de la estera de la primera pareja humana. La alfarería es como un ser sobre una estera. Al amasar el barro, la mujer imita el trabajo de Dios cuando modeló la tierra y la pareja. Crea un ser, y el cuenco redondo es una cabeza puesta sobre una estera, una cabeza o una matriz. Una vasija sin adornos simboliza también un hombre. La que tiene unos pequeños senos, es una mujer.
Ogotemmêli había colocado delante de él uno de los cuencos que servían para hervir la cerveza de mijo. Pasaba la mano por la parte más gruesa para sentir la decoración impresa.
–La estera sobre la que se trabaja tiene ochenta hilos en un sentido y ochenta en el otro. Está tejida como un cuadrado de la mortaja de los muertos, pero no con algodón, sino con fibras de baobab. Es un trabajo de hombre que se parece al tejido. Las mejores se hacen en Banani. Los dibujos que imprimen en la vasija es como si esta llevara su estera para descansar en cualquier sitio que se halle.
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Las mujeres de hoy imitan la alfarería tradicional, pero este arte ya no es privativo de la mujer del herrero: es alfarera la mujer que quiere serlo.


La Casa Familiar.

Para la cultura dogon, la Tierra es una construcción escalonada en siete niveles, de los cuales solo el superior está habitado por los humanos. Siguiendo esas mismas coordenadas celestes construyen sus casas, a las que está dirigida esta canción llena de sentido hacia la auténtica naturaleza del ser humano:

Dicen que las casas de Molu, en Tombo Kê, son bellas
Que las casas de Molu son bellas
En Molu las casas tienen pisos
Pero son los hombres los que son bellos
¡Y no las casas de pisos!

Elementos siderales como las Pléyades han llamado la atención de casi todos los pueblos africanos –incluidos los dogon- así como otras constelaciones: Orión, la Osa Mayor, la Vía Láctea y, en el hemisferio sur, la Cruz del Sur y Canopo. Con la ayuda de estos elementos, estos pueblos africanos conjugan la caracterización del espacio y del tiempo y se sitúan a sí mismos, de forma válida, en el interior de la extensión y de la duración. Sin embargo, el Sol puede constituir para ellos un sistema de referencia absoluto.

Con respecto a la construcción de sus casas, cabe decir que la habitación constituye la porción más pequeña del Cosmos, y también la más noble, enteramente sometida a la organización y al control ininterrumpido del ser humano. La habitación es, por excelencia, la parte del espacio en la que el hombre imprime ante todo su visión del mundo. Por eso no es de extrañar que en ella todo esté dictado por referencias cósmicas. Según una regla generalizada, la vivienda está concebida en función de la pareja: solo esta puede aspirar a disponer de una casa, ya que solo ella alcanza la plenitud del ser humano. Como la pareja, la casa es un “ser” completo, autosuficiente, por así decirlo.


Del Sistema Solar y la Banda Zodiacal.

En una de las 33 conversaciones recogidas por Griaule, Ogotemmêli le habló del granero celeste que su antepasado Herrero había conducido a través del arco iris.

La imagen simbólica del sistema del mundo que describe el sabio Ogotemmêli es la de un edificio de base circular, que se asemeja a una cesta, en la cual, según cuenta la leyenda dogon, descendió el Mundo. El granero es una estructura cuadrada de cuyos lados descienden cuatro escaleras de diez peldaños cada una, orientadas hacia los cuatro puntos cardinales. Simbólicamente, el edificio así construido tenía el significado siguiente:

–La base circular representa el Sol.
–La terraza cuadrada representa el Cielo.
–Un círculo en el centro de la terraza es la Luna.
–Cada escalón horizontal es hembra y cada contra-escalón, macho. El conjunto de las cuatro escaleras de diez peldaños prefigura las ocho decenas de familias nacidas de los ocho antepasados (cuatro varones y cuatro hembras).

Cada escalera acoge una categoría de seres y está en relación con una constelación:

–La escalera septentrional, que se corresponde con las Pléyades, es la de los hombres y los peces.
–La escalera meridional, Tahalí de Orión, alberga a los animales domésticos.
–La escalera oriental, Venus, está ocupada por los pájaros.
–En la escalera occidental, correspondiente a una estrella llamada “de la gran cola”, se encuentran los animales salvajes, las plantas y los insectos.


 



Sistema del Mundo dogon.

 

 



Plano de la base y plano del piso.

 

Griaule se pregunta si los pueblos africanos tendrían

una explicación coherente del símbolo del Zodíaco, mientras los occidentales mantienen al respecto ideas infantiles.24

Esto es lo que Ogotemmêli cuenta, aunque resumido por nosotros: este granero está ligado al sistema estelar, él mismo está hecho de cielo, de luna y de sol. Cada escalera está relacionada con un punto cardinal y un grupo de estrellas. Los gemelos aparecen representando al Herrero, masculino, mientras el granero representa lo femenino.

El carnero y el toro ocupan los escalones del sur y, el escorpión, la parte baja. El león aparece en la escalera occidental, los cuencos dobles son símbolo de equilibrio (la balanza). Sagitario está representado por el Herrero sosteniendo unas flechas que lanza desde el granero al cielo. El resto de signos también los asocia el sabio cazador a la forma del granero mítico. Granero o cesta, la idea señala a

un prototipo que servía de modelo del sistema del mundo.25

 

 

En el interior del poblado, cada barrio forma un todo y debe disponerse de la misma manera que la aglomeración (la maraña de viviendas), como un ser aparte. Vista desde el aire, la aldea es la imagen de la casa del antepasado, con ochenta nichos, así como de la mortaja de los muertos, de cuadros blancos y negros (como decíamos anteriormente). Las construcciones se corresponden con las partes llenas de la fachada de dicha casa; los corrales y accesos simulan los huecos de la misma. Las terrazas, relucientes al sol, y las sombras en el suelo, dan los colores de la mortaja. Las callejas que corren de norte a sur simbolizan las costuras que unen sus bandas. El recinto de los hombres, que se levanta en cada plaza pública y en especial en la gran plaza de la aldea, es una construcción muy diferente a las viviendas, que suele estar edificada en varias capas entrecruzadas de tallos de mijo, masa que descansa sobre un armazón irregular hecho de troncos sin escuadrar, equilibrado sobre tres hileras paralelas de pilares de tierra seca o madera. Bajo este abrigo, los hombres se reúnen en las horas de calor para descansar charlando. En especial los ancianos (venerados por su sabiduría como ya dijimos) forman aquí el consejo y toman decisiones sobre asuntos públicos. De ahí que a este recinto se le conozca como abrigo del consejo y casa de la palabra. Cuando no son circulares y rematadas por un almiar en forma de tronco de cono invertido, estas construcciones están orientadas según los puntos cardinales. Constan de tres hileras de pilares en sentido norte-sur: las dos laterales de tres soportes y la central de dos, colocados al tresbolillo, es decir, que las dos columnas centrales están situadas en el medio de los huecos de las dos filas laterales y de forma paralela a ellas.


Los cauris.

Hemos mencionado de pasada los cauris, esas pequeñas conchitas con que los dogon adornan sus vestimentas tradicionales y con las cuales decoran todas sus artesanías.

Los cauris han sido para los pueblos de África la moneda con la que comerciaban. Al principio, las monedas eran bandas de tejido que usaban para el intercambio de animales u objetos; luego, la concha de cauri pasó a ejercer esas funciones. Pero los cauris tienen un significado aún más importante para los dogon que el de representar su antigua moneda. Explica Ogotemmêli:

–Tener cauris es tener las palabras. Los cauris hicieron su aparición bajo el signo del verbo, eran el verbo ellos mismos en tanto que significaban cifras y representaban un lenguaje. Eran medios de expresión y quizás en la aurora de las relaciones entre hombres sirvieron, de la misma forma que la palabra hablada, para intercambiar ideas. En el origen, los cauris sirvieron para los intercambios de palabras y también para los de mercancías. Los cauris son la palabra, y como la palabra, les era necesario circular entre los hombres. La palabra es para todos, es necesario intercambiarla, dar y recibir. La blancura de los cauris llama la atención al ojo del hombre y le tienta. Su fuerza entra en la de los hombres y aumenta su deseo de comercio.26

Todo esto nos hace comprender el sentido verdadero que la moneda, en general, ha tenido entre los diferentes pueblos, relacionada con esa idea de vincularla con la palabra y con la necesidad de intercambio que existe entre pueblos a través del comercio.


Los Gemelos.

Para los dogon, los gemelos ofrecen un simbolismo muy importante, ya que representan la idea del comercio mismo, y por ello están muy vinculados a los propios cauris. Esta relación se establece de la siguiente manera: el comercio es, sobre todo, comunicación, pero es también equidad. Debe valer lo mismo lo que se da que lo que se recibe. Ogotemmêli insiste en la idea de la igualdad que dio lugar al nacimiento del intercambio:

Los gemelos poseen la palabra justa (…) El hombre que vende y el hombre que compra son la misma cosa. Son dos gemelos. El comercio, vender y comprar especies diferentes de cosas, es intercambiar gemelos.27

Y continúa Griaule:

Entendía por esto que las cosas intercambiadas debían ser del mismo valor, debían ser exactamente equilibradas sin que una dominara sobre la otra, tanto si el intercambio era trueque como si se trataba de un acto en el que intervenía la moneda.28

Esta idea de justicia y equilibrio aplicada a todos los órdenes de la vida organizativa da un modelo de sociedad igualmente afanada por la igualdad y la armonía entre todos sus habitantes. En lo que respecta al comercio, es decir, a todo intercambio, esta idea la encontramos reflejada en el dios Hermes-Mercurio (dios patrón del comercio) y su caduceo con dos serpientes enroscadas a un eje, cuyo significado es el equilibrio y “coincidencia” que permanentemente debe existir entre los opuestos. Esta idea del comercio como justicia entre las partes también estaba presente entre nuestros antepasados griegos y romanos.


CONCLUSIÓN

Somos conscientes de la amplitud y complejidad del tema de nuestro estudio, que no habríamos cubierto incluso aunque nos hubiese ocupado un libro. Cierto que hemos dejado de decir muchas cosas que en principio nos proponíamos abordar. Sin embargo, sí creemos haber aportado datos y pruebas que esperamos hayan servido para dar a conocer parte de la verdadera realidad del África negra y, de este modo, haber ayudado a acabar con la tendencia peyorativa acumulada durante años hacia este continente, que niega que hubiera una tradición africana depositaria de una sabiduría que entronca con la Tradición Unánime.

Por otro lado, y ya para finalizar, queremos aportar unas palabras del filósofo y metafísico francés René Guénon que nos parecen muy aclaratorias al respecto de lo que como conclusión pensamos:

No hay civilización que sea superior a otra en todos los aspectos, porque no le es posible al hombre aplicar de igual modo y a la vez su actividad en todas direcciones. Hay que reconocer que no hay por qué desdeñar todo lo referente a otras civilizaciones por el solo hecho de diferir de la propia, y es menester estudiarlas como es debido, sin una postura denigratoria y sin hostilidad preconcebida: y entonces, probablemente nos daríamos cuenta, a través de ese estudio, de todo lo que nos falta, sobre todo desde el punto de vista puramente intelectual. Sin duda, se llegaría a la verdadera comprensión del espíritu de las distintas civilizaciones, cosa que demanda algo más que trabajos de simple erudición.29

*
*   *
NOTAS
19 Esto lo cuenta Geneviève Cálame-Griaule en la edición de 1975 de Dios de Agua, que es la que estamos manejando.
20

Griaule, Marcel. Dios de Agua, pág. 20.

21

Ibídem, pág. 21.

22

Ibídem, pp. 76-77

23

Ibídem, pp 86-87.

24

Ibídem, pág. 199.

25 Ibídem, pág. 208.
26 Ibídem, pp. 194-195.
27 Ibídem, pág. 190.
28 Ibídem, pág. 190.
29 Guénon, René. Oriente y Occidente. C.S. Ediciones, 1993, pág. 9.
 
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