AIRE, SALUD, YOGA, SUEÑOS Y BACHELARD
Meditación guiada en forma de ensayo filosófico.
ANA LAURA FUNES MADEREY
Universidad Nacional Autónoma de México
México 2005
 
A la maestra M.N.Lapoujade
Como una tormenta, huracán, tempestad o torbellino (imágenes todas ellas asociadas al viento furioso) se suelen vivir aquellas experiencias en las que nuestra voluntad se ve sometida a una voluntad mayor, sobre todo cuando ésta se presenta como algo no deseado, no previsto, como una tragedia, como una destrucción. “Podríamos decir que el viento furioso es el símbolo de la cólera pura, de la cólera sin objeto, sin pretexto […] la tempestad sin preparación, la tragedia física sin causa.” (Bachelard, p.291)

Nuestra naturaleza se ve sujeta a la “cólera cósmica”. Es entonces cuando sentimos que no somos más que naturaleza. Decía Hildegarda de Bingen que nuestros humores, nuestro organismo, sufre alteraciones por los vientos y el aire, “y así, a través del soplar de los vientos nos fortalecemos […] o nos debilitamos” (Hildegarda, Visión II:29, p.44); nos sanamos o enfermamos.

Pero la naturaleza… ¿qué es la naturaleza sino voluntad (Schopenhauer, Nietzsche), movimiento (Heráclito), imaginación (Schelling), inmanencia de lo imaginario (Bachelard), movilidad espiritual? Si esto es así, entonces ¿qué es la salud o la enfermedad sino la dirección de nuestra voluntad, de nuestro espíritu? “[…] porque la buena salud y la enfermedad en los humanos es generalmente el resultado de nuestra habilidad de escuchar” (Hildegarda, Visión III:1, p.59). Suena entonces lógico que cuando no escuchamos (al cosmos, la armonía de las esferas, o a nosotros mismos) se nos tenga que hablar, que “soplar” fuerte, aunque nos duela. Y, sin embargo, “generalmente es mediante la aflicción o las penas del cuerpo como obtenemos tesoros espirituales a través de los cuales llegamos a la posesión de un reino superior”(Hildegarda, Visión II:29, p.44).

Elémire Zolla en su libro “Una introducción a la alquimia” nos cuenta que para los cabalistas el aire es “la emanación clemente de la divina sabiduría, y se manifiesta como conocimiento y suavidad: como gracia” (Zolla, p.45). Podríamos decir que para Hildegarda ese “aire sabio” se manifiesta en el verde frescor de la vida (viriditas); y que para el yoga, es el prâna, la energía vital distribuida en los cinco vayus o vientos dentro del cuerpo humano, cuyo equilibrio se manifiesta en la salud. Para la fisiología “yóguica” además, el cuerpo humano tiene un área o punto “aéreo” y otro “etéreo”, los cuales corresponden al cuarto y quinto chakras respectivamente.

La palabra chakra significa círculo o rueda y se refiere a los centros psíco-bio-energéticos que generan, acumulan, transforman y disribuyen la energía en las distintas dimensiones del cuerpo humano, que son básicamente tres: densa (cuerpo físico), sutil (cuerpo energético) y causal (cuerpo bienaventurado). Los chakras, ubicados en la dimensión sutil, están totalmente vinculados con el cuerpo físico, de manera que los principales chakras están asociados, más no identificados, con los plexos nerviosos y glándulas endócrinas más importantes. Son siete los chakras principales y se encuentran ubicados a lo largo de la columna vertebral hasta la coronilla.

El cuarto chakra o chakra del corazón (anahata) está ubicado en la espina dorsal a la altura del corazón físico, proyectándose hacia el centro del pecho. Se vincula con la glándula timo y el sistema inmunológico. A nivel simbólico, sutil, imaginario (en el sentido de Bachelard: como una imagen que detona una prodigalidad de imágenes, y que con ello abre el psiquismo humano) se dice que es en el cuarto chakra donde reside el alma individual (jivatman), es el asiento de los sentimientos. Su color es el verde, su elemento es el aire, su sentido es el tacto, su órgano de conocimiento es la piel, sus órganos de acción son las manos, su sonido es yam, su dimensión corporal es la mental, su aroma es la rosa.Si la energía emocional se logra encauzar debidamente, sus virtudes se manifiestan en amor puro y devoción. Se asocia con la expansión, la identidad infinita, la aceptación, el amor incondicional hacia todos los seres, la compasión, dulzura, amabilidad, perdón. Cuando este centro se activa se equilibra el cielo y la tierra, y se puede escuchar entonces el sonido sutil (nâda) que es inmaculado porque no se produce por el choque de dos objetos, es la vibración omnipresente del cosmos: el OM.

El quinto chakra o chakra laríngeo (vishuddha) se sitúa en las vértebras cervicales y se proyecta hacia la garganta. Está asociado con la glándula tiroides y paratiroides. Su elemento es el éter, su color es el azul cielo su sentido es la audición, sus órganos de conocimiento son los oídos, sus órganos de acción son las cuerdas vocales, su sonido es hum, su dimensión corporal es la intelectual, su aroma es la bergamota. Es el centro del habla, de la capacidad de decir y vivir la verdad, es el equilibrio del dar y recibir; equilibrio entre la palabra y el silencio. A través de este chakra se materializan los pensamientos, la palabra se hace creadora. Y cuando se activa se abre el poder de la comunicación, se abre la puerta al misterio y a la inmortalidad.

La alineación y activación de los chakras, esto es, su funcionamiento armónico y equilibrado, permite el paso fluido y correcto de la energía kundalini (la energía cósmica creadora instalada en la base de la columna) a través del canal central (sushûmna) por donde asciende con un movimiento en espiral hasta el chakra de la coronilla, el centro de la Conciencia pura. Es entonces cuando se tiene la experiencia de la Conciencia cósmica; se experimenta la unión entre la voluntad individual y la voluntad universal.Se trata, pues, de una típica operación espiritual: “La vida espiritual se caracteriza por su operación dominante: quiere crecer, quiere elevarse. Busca instintivamente la altura” (Bachelard, p.55). Verticalidad, ascensión, ligereza son características del movimiento del despertar de la kundalini, de nuestro poder creador, creativo.

Los chakras pueden activarse de dos formas: dirigiendo mentalmente el prâna a su localización o concentrando la mente en su lugar de ubicación. Ambas tienen el mismo efecto: establecer una corriente pránica, de energía vital, hacia ese centro; ubicarnos en el estado de conciencia que representa cada chakra y hacer que sus virtudes se manifiesten.

La concentración en un chakra es un ejercicio de visualización. Visualizar es imaginar, evocar, concebir. Visualizar, como forma de meditación, es usar la imaginación para evocar cambios en la psique, concebir o dar a luz a un nuevo estado de conciencia. La visualización como meditación involucra más que el sentido interno de ver. Para poder visualizar verdaderamente hay que sentir. Las escenas pueden desarrollarse o presentarse ante el “ojo” de la mente sin que uno esté involucrándose con los sentimientos. Para hacerlo real hay que sentir lo que se visualiza, con todos los sentidos, el tacto, el oído, el olfato, sentir cómo uno se adentra en la experiencia. (Shakta Kaur Khalsa, p. 176) Se trata, como dice Bachelard al describir el método psicoanalista de Desoille, de la actividad directa de la imaginación, inmediata, unitaria, facultad que domina la vida sentimental y la dirige hacia su sublimación (Bachelard, p.149).

Para desbloquear el canal sutil por donde asciende la energía kundalini es necesario aplicar una técnica “fisiológica aérea”, es decir, una técnica de respiración. Dentro del yoga a esto se le llama pranayama. Se busca recuperar la respiración natural, relajada, profunda. En la respiración está la clave de la vida. La calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestra respiración pues es a través de ella como modulamos los “vientos interiores”, nuestros humores. La inhalación y la exhalación es el vínculo, el mecanismo más directo que tenemos para comunicarnos con la fuerza que nos mantiene, para hacernos conscientes de su presencia.

Respirar como una técnica de meditación es observarnos, percibir nuestro ritmo, penetrar en la profundidad de nuestro sistema nervioso, ganar serenidad y sabiduría; es permanecer en silencio y escuchar el latido del corazón universal. Respirar, y mantener unos momentos el aire dentro, es vivir el oxímoron del espacio: su vacuidad plena, es un impulso suspendido que da la experiencia de volar sin estar soñando. Respirar es encontrarse con uno mismo fundido con la Voluntad, jamás sometido, jamás enfrentado a ella. Es saberse amado, es recuperar la naturaleza, la tranquilidad incondicional, la salud, la vida. Respirar es sentir el calor y ver la luz. Respirar es, sobre todo, escuchar. Por lo tanto (si es que esta expresión es adecuada, si es que todo lo anterior pudo acaso ser un conjunto de premisas), por lo tanto, respira… Respira… Respira…

“Para entender los seres del espacio infinito [para escuchar ese aire sabio, para entender lo que la vida a veces nos insiste en decir con dolor, vientos furiosos y tormentas] hace falta poner en silencio todos los ruidos de la tierra; hace falta también — ¿es que hay necesidad de decirlo? — olvidar todas las lecciones mitológicas y académicas. Entonces se comprende que la contemplación es esencialmente, en nosotros, una potencia creativa.” (Bachelard, p.65)

En posición sentada con la columna bien erguida o bien, acostada, cierra los ojos, comienza por relajarte unos momentos y observa, sólo observa cómo es tu respiración…

“[Intenta] poner todo tu ser en silencio — no escuch[ar] más que [tu] respiración — dev[iene] aérea como [tu] respiració n— no [hagas] más ruido que el sonido de la respiración, que una respiración ligera” (Bachelard, p.311).

Inhala profundo, llevando el aire hasta el fondo de los pulmones dejando que el abdomen se relaje, al mismo tiempo que se estira y las costillas inferiores se ensanchan. Poco a poco ve llenando de aire los pulmones y siente cómo se expande la caja torácica y tu pecho. Al exhalar, lentamente siente cómo se hunde poco a poco tu pecho y para vaciar por completo los pulmones mete ligeramente los músculos abdominales para empujar el resto del aire hacia fuera. Continúa con este ritmo, déjate llevar por este vaivén, por esta danza aérea.

“[Intenta entonces] poner [tu] oído, [tu] oído pensativo, en concordancia con esta voz íntima no formulada, con esta voz únicamente aérea, con esta voz que se apagaría en cuanto se sacudieran las cuerdas vocales, esta voz que no tiene necesidad más que de la respiración para hablar. En esta total sumisión a la imaginación aérea, escu[cha] pronunciarse sobre la respiración misma, antes de que [las] pien[ses], las dos palabras: vida y alma vida al inhalar y alma al exhalar. La vida es una palabra que aspira, el alma es una palabra que expira.” (Bachelard, p.312)

Así, respirarás no sólo aire, sino luz. “Vivir es absorber la luz” (Zolla, p.21). Entonces la transmutación alquímica podrá tener lugar.

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:

– Bachelard, Gaston, L'air et les Songes, Paris, Librairie General Française, 2004.

– Feuerstein, George, Tantra. The Path of Ecstasy, Boston & London, Shambala, 1998.

– Hariharananda Aranya, Swami, Yoga Philosophy of Patañjali, New York, SUNY Press, 1983.

– Hernández, Danilo (Swami Digambarananda Saraswati), Claves del yoga. Teoría y práctica, Madrid, Los Libros de la Liebre de Marzo, 1998.

– Hildegard of Bingen, Book of Divine Works with Letters and Songs, [editor Matthew Fox], New Mexico, Bear & Company, 1987.

– Kaur Khalsa, Shakta, Kundalini yoga, USA, Dorling and Kindersley, 2001.

– Zolla, Elémire, Una introducción a la alquimia. Las maravillas de la naturaleza, Barcelona, Pailós Orientalia, 2003.

 

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