DOCUMENTOS DE LA IGLESIA SECRETA III. Citas de El Simbolismo de la Rueda de Federico González Frías comentadas por La Colegiata. 2015. Tapa dura, 21 x 30 cm. 280 págs. 65 ils. b/n, 2 color. Presentación en la Librería Alibri, Barcelona 2/4 Lucrecia ya se ha referido a lo que hoy nos congrega aquí: la presentación del tercer volumen de los Documentos de la Iglesia Secreta, trilogía en la que se narra con aladas palabras –como diría Homero–, o sea con una escritura que es expresión de un pensamiento inspirado por entidades numinosas, un recorrido interior que los miembros de La Colegiata hemos realizado en torno a la obra El Simbolismo de la Rueda de Federico González. Un hombre en quien hemos reconocido sin ambages al sabio verdadero, a ese ser del que el Libro de las Antiguas Palabras de los Toltecas, citado en la dedicatoria que La Colegiata tributa a su fundador en el volumen, dice entre otras cosas:
Y concebido por un sabio y tejido en torno a las palabras de éste, el libro que hoy tenemos entre las manos (o que tendremos dentro de un rato, cuando lo adquiramos!) es una obra de la Sabiduría. Ideado por Federico, editado diestramente por María Victoria Espín y revisado, corregido y maquetado con amor por Josemanuel Río, su publicación es un hecho extraordinario, asombroso, sorpresivo y maravilloso, tal como aquél que lo auspició escribiera en el texto que aparece como proemio del volumen. Un rayo de luz en medio de unas tinieblas cada más acogotantes. Una rebelión de poetas por lo más alto, de una eficacia indudable pese a las apariencias. Como escribe Toni Guri en la introducción del libro,
Una escuela de un pensamiento penetrante y auténticamente revolucionario, una dínamo generadora de la que emanan chispas con un alcance y efecto insospechados. De lo que nos ha sucedido interiormente dan cuenta cabal todas las meditaciones del volumen al igual que aquellas con las que Lucrecia, Carlos, María y yo mismo nos sumamos a este acto. Y de lo que ha sucedido en lo alto, en el ámbito de las esferas, no sabemos mucho; pero no nos cabe duda alguna de que los pellizcos que hemos dado al monocordio universal se han expandido por todos los mundos, espacios y edades. Y así, se nos ocurre que no es ninguna casualidad (o sí, y precisamente por ello debe ser muy significativo) que estos Documentos de la Iglesia Secreta hayan visto la luz justo cuando se cumplen 400 años de la publicación de los Manifiestos Rosacruces a manos de un Colegio Invisible y operativo como el que ha trazado estos otros lineamientos cuatro siglos después. En efecto, los dos primeros volúmenes de los Documentos se publicaron el año pasado, coincidiendo con el cuarto centenario de la aparición de la Fama Fraternitatis. Y la nueva obra que hoy presentamos aparece en el año 2015, transcurridos cuatrocientos años de la publicación de la Confessio Fraternitatis (en 1615). De esta última obra, Federico González escribe en Las Utopías Renacentistas lo siguiente:
Y la cosa no acaba aquí. Como muy bien dice María Victoria Espín en el proemio del libro que hoy nos reúne:
Y así haremos porque hemos reconocido que nuestra ocupación es la Teúrgia, es decir
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